El 18 de julio de 2006 Mariano Rajoy visitó Benavente como presidente del Partido Popular y al parecer nunca olvidó aquella experiencia. Tras vivir momentos intensos al pairo de las protestas un coche le recogió en la Cuesta del Río, cerca de la sede del PP local. Poco antes había proclamado públicamente su "orgulloso" de estar en Benavente y prometió que llevaría "en mi corazón" el recuerdo de la Virgen de la Vega que había visitado en Santa María y cuya réplica le había regalado el presidente local del PP, Juan Dúo.

Palabras similares improvisó ante los afiliados y simpatizantes que le siguieron hasta la Mota tras arroparle frente a los actos reivindicativos convocados en la plaza de Santa María. Subido a un banco les transmitió la idea de que "la batalla política nunca es fácil" y que "sólo la pueden dar los dirigentes políticos si la gente está detrás, les apoya, les ayuda y les estimula". Antes de proseguir viaje Rajoy "prometió volver". Nueve años después cumplirá aquel compromiso, esta vez en calidad de presidente del Gobierno y de candidato, y a escasos días de que comience la campaña electoral.

En aquel momento la Ley de Memoria Histórica, el proceso de paz que negociaban el PSOE PSOEy Gara en el País Vasco y el Plan Hidrológico Nacional, ocupaban las portadas de la prensa nacional y en Benavente la reivindicación de un hospital y las promesas de José Luis Rodríguez Zapatero y su fallido Plan del Oeste todavía nutrían la pugna política local.

Aquella mañana la plaza de Santa María estaba atestada de gente. Cerca de un millar de personas se agolpaban para recibir y arropar al presidente nacional del PP en el mismo espacio en que sindicalistas de la Unión General de los Trabajadores de León, que reclamaban el reconocimiento de incentivos por la eliminación de las listas de espera a Sacyl, y la Mesa por la Sanidad de Benavente, que reivindicaba la construcción de un nuevo hospital, habían desplegado sus pancartas.

Las consignas coreadas por unos y por otros y los reproches mutuos se sucedieron de forma prácticamente continua bajo una estridente asonada de silbatos y bocinas. Los ugetistas corearon consignas contra el PP; los populares llamaron "embustero" a Zapatero; y la Mesa por la Sanidad reclamó a ambos durante algunos minutos un nuevo hospital a golpe de megáfono: "Rajoy, Zapatero, queremos un hospital nuevo". La pugna a gritos y el contacto físico terminaron alentando enfrentamientos verbales e insultos y una escalada de tensión que concluyó con forcejeos y con la intervención de la Guardia Civil y la Policía Local.

Los populares habían interpretado las reivindicaciones como una provocación al tratarse de una visita de partido y los manifestantes intentaron mantener sus posiciones con las pancartas extendidas sin ceder terreno. A raíz de estos incidentes el PP y el PSOE estuvieron enzarzados dos semanas. El PP pidiendo explicaciones y dimisiones por la falta de seguridad al subdelegado del Gobierno socialista; y los socialistas defendiendo que la seguridad había sido la adecuada.

El caso es que Mariano Rajoy llegó a la plaza de Santa María pasados diez minutos de las 12.00 del mediodía con los ánimos en la plaza ligeramente sosegados. Cuando los dirigentes populares le informaron al bajar del coche de lo que pasaba, contestó, "no me van a comer", y se dirigió resuelto hacia la iglesia de Santa María entre aplausos, aclamaciones de ¡presidente! ¡presidente! y pitidos de protesta.

Rajoy visitó la iglesia media hora y luego se dirigió a La Mota donde atendió a la prensa. Este periódico le preguntó que opinión tenía sobre las protestas que había escuchado. " "Hay una cosa que sinceramente no es justa y que me está pasando en los últimos viajes que estoy haciendo a distintos sitios de España y que empezó en Cataluña. A cada lugar que voy, el Partido Socialista me manda a la UGT o ellos mismos, pues a organizarme un problema y a plantearme una reivindicación, en cosas, como ocurrió en Cataluña o como ocurrió ayer en Guadalajara, que no son, como es sabido, de mi competencia", respondió y tras reclamar respecto a los dirigentes socialistas apeló al derecho "a hacer las visitas de manera normal, a hablar normal y a que se nos deje exponer nuestras posiciones".

Con respecto a las protestas, Rajoy se proclamó "partidario de que haya el mayor número de hospitales públicos" porque "si algo creo que es obligación básica del Estado, son las políticas de educación, sanidad, pensiones e infraestructuras" y recordó que "aquí se hizo un Plan del Oeste" y que el Partido Socialista "hizo unas promesas, y como siempre nos las cumplió".

Nueve años después de aquella movida mañana, Mariano Rajoy visitará este martes Benavente a las cinco de la tarde. A diferencia de entonces cuatro partidos pugnan por gobernar España, ya no hay "cuestión vasca" sino "cuestión catalana" y una profunda crisis económica ha marcado al país de cabo a rabo.