Hasta ya bien adentrado el siglo XX, todavía en la memoria colectiva de los vecinos de Santibáñez de Tera se decía que tal o cual parcela se había comprado al "Tio Bustamante". Y es que muchas de las propiedades de la familia de la nobleza de los Bustamante, con casa palaciega en la ciudad de Toro, pervivieron hasta bien entrado el pasado siglo, ya que las sucesivas generaciones no pudieron venderlas ni disgregarlas en mucho tiempo al constituirse en Mayorazgo, el denominado como "Mayorazgo de los Cocos", según refiere el estudioso de Santibáñez de Tera, Agustín Rodríguez quien desde hace tiempo viene recopilando documentación de la intrahistoria de este municipio trasladando su información a los convecinos a través de muestras expositivas.

El tal Mayorazgo de los Cocos comprendería los terrenos de la zona de la Panera y el pago de la Cruz, que eran propiedades de los Bustamante.

Según consta en el Libro de Seglares del Catastro de la Ensenada de la villa de Santibáñez de Tera, en el año 1752, don Pedro Bustamante, del Estado Noble, vecino de la ciudad de Toro, contaba con vastas superficies de terreno en este término del río Tera. Tierras de secano y de regadío. Así, en zona de secano se describen un total de 61 tierras con "una cabida total de 391 y 1/2 heminas". También disponía el noble toresano de 20 tierras de regadío sin plantío "que producen sin intermisión un año lino y otro trigo". Y ello con una cabida total de 143 heminas. También en las proximidades del pueblo, en la zona de las Eras o sitio de casa, Bustamante contaba con 4 heminas de tierra. A mayores, en el Catastro de Ensenada, refiere el estudioso Agustín Rodríguez, percibe de Fuero Perpetuo, 2 fanegas de "zenteno" (22 reales de vellón) anuales por un Fuero Perpetuo impuesto sobre el "Prado de la Puente", propio del Concejo de la villa. La familia Bustamante abonaba al cura de la villa una carga con un aniversario de 50 misas 100 reales de vellón anuales.

Los Bustamante poseían un vasto territorio de fincas en la margen derecha del río Tera, no sólo en el término de la villa de Santibáñez, sino en las vecinas, e incluso en Olleros donde mandaron erigir una ermita dedicada a la Señora del Agavanzal por la leyenda de que estando de caza había perseguido a una paloma hasta un matorral de agavanzas.

La propiedad no llegó a escaparse incluso de controversias con arrendadores de los terrenos como en el caso de Santibáñez de Tera donde el apoderado de don Joaquín Lucas Bustamante, regidor perpetuo de Toro, llegó a querellarse con dos vecinos de Santibáñez de Tera que llevaban dos heredades de tierra pertenecientes a su Mayorazgo de los Cocos. El alcalde Simón Fernández había conseguido paralizar la causa con el fin de beneficiar a los vecinos y no se habían remitido diligencias y probanzas demandadas y necesarias para seguir con el proceso. El apoderado de Bustamante solicita se les entreguen "para evitar sospechas maliciosas"... y "evitar la mala fe con que se camina". Se finaliza con la amenaza de quejarse ante el Tribunal Superior de la Real Chancillería de Valladolid, pero el alcalde Simón Fernández, entrega la causa, con el visto bueno del Fiel de Fechos de la villa, Lucas Freyle, y su alcalde Justicia Ordinaria, Alejo Fernández, con fecha de 16 de febrero de 1827.