Limpian, planchan y cocinan a diario, pero ahora están aprendiendo a hacerlo de manera profesional, para ampliar sus perspectivas laborales.

Se trata de ocho mujeres procedentes de Benavente y pueblos de la comarca. Tienen entre 36 y 50 años y son usuarias de Cáritas para uno u otro servicio. A partir de mañana encaran la recta final del curso sobre la profesionalización del servicio doméstico, impartido a través de los programas de Cáritas y con el apoyo financiero del Fondo Social Europeo que aporta 2.120 euros de los 2.650 que cuesta el curso completo.

Se profundiza en cómo realizar correctamente la limpieza o las tareas de cocina, pero también se habla del acondicionamiento de la ropa del hogar, se aprende nociones básicas de informática y se imparte un módulo específico sobre empleabilidad, con el que mostrar a qué puertas pueden llamar para encontrar un trabajo después de obtener esta titulación.

Montserrat Apellániz, trabajadora social del Programa de Empleo de Cáritas Diocesana de Zamora, señaló que "el objetivo es dotar de habilidades sociales y profesionales a las personas que participan en este tipo de cursos de formación. Se trata de alumnos con poca formación académica y que necesitan aprender otro oficio para mejorar su empleabilidad".

Una de las profesoras, Toñi Navarrete, explica que en sus clases de cocina se enseña recetas variadas: "aprendemos platos con productos de la zona y recetas típicas de otras zonas de España, de manera que hoy estamos haciendo unos callos y otro día podemos elaborar una fideuá", explica mientras vigila el guiso que ha dejado en la sartén.

Rosa García, una de las alumnas, señala las tareas que más le gusta hacer y las que menos: "la limpieza se me da bien, cocinar me gusta menos, pero lo mejor de todo es que con este curso tenemos las mañanas muy ocupadas y estamos muy entretenidas".

"Por es yo recomendaría hacer el curso a gente que esté en nuestra misma situación", completa María Dolores Yepes, que destaca el "humor y buen ambiente del grupo".

Otra compañera, Ana Posada, alude a aquel aspecto que más le ha llamado la atención de lo aprendido hasta ahora: "cómo limpiar las paredes, es que ni se me había ocurrido", dice satisfecha por el nuevo conocimiento adquirido.

Eva López, otra de las alumnas, opina que "aunque la cosa está muy mala hay que tener esperanza" y confía en encontrar un empleo tras realizar el curso. Más difícil considera que lo tiene Aurora González "porque soy gitana, pero lo tengo asumido y estoy abierta a cualquier trabajo que surja", dice entusiasta.

Antonio Jesús Martín, delegado de Cáritas Diocesana de Zamora, subrayó que "la formación para el empleo, con un marcado carácter integral, es el principal instrumento para mejorar las competencias personales y profesionales". Un objetivo que las benaventanas lograrán.