A Nicasio Canito Flores, cacereño de origen, le tira el monte, la naturaleza. Este vecino de Fuente Encalada que lleva en el alma el pueblo que le vio nacer, su Santiago de Alcántara lo comparte en querencias con la localidad zamorana de Fuente Encalada donde se casó con Agustina Turiel y con las tierras vizcaínas donde ejerce su actividad laboral en la acería Nervacero. Este profesional del acero, conoce el material y sus posibilidades de uso y, sobre todo, la precisión de su laboriosidad artesana como hacedor de cuchillos. Se ha convertido ya en artesano de una herramienta rural con escenas de caza.

En su casa de Fuente Encalada tiene ya una buena parte del más de centenar de cuchillos artesanos dignos de la mejor colección y muestra didáctica. No en vano el proceso de manufactura se hace largo y laborioso.

Fue hace años cuando este "manitas" de la hechura de láminas de corte iniciaba su andadura a raíz de la rotura de una hoja de sierra. Debía de aprovechar este material "con más dureza que el acero", debida a su elevada composición de carbono, explica Nicasio Canito al que le llena de emoción tener entre sus manos los materiales de trabajo. Una hoja de sierra de vaivén, "de esas que ya están en desuso", dice, sirve para darle forma al cuchillo elegido previamente. La lámina se va rebajando con la radial para formar el filo y dar paso a la lijadora. Sobre la hoja acerada es cuando el artesano muestra sus habilidades grabando delicadas escenas de caza o motivos arabescos llenos de finura. Y de profundidad, porque los finos surcos de dientes o pelaje de los animales sobresalen en la escena a través de instrumentos como la plumilla o pinceles delicados que dejan paso en las marcas sobre el acero a otras herramientas más pequeñas, más finas aún, las agujas de coser. Todo ello con una mixtura elaborada para el aguafuerte. Una tinta compuesta a base de resina acrílica, betún de jade y esencia de trementina o aguarrás. La lámina cortante ya pintada se sumerge durante una hora en ácido nítrico mezclado con agua. Eso una segunda vez para que el relieve del dibujo tenga mayor resalte.

Pero para este artesano de la hoja afilada no acaba ahí su trabajo porque la pieza se viene a completar con el cabo o el mango y, cómo no, el aplique del gavilán o la guarda entre ambos. Una guarda que Nicasio Canito Flores procura con metal y el mango de huesos, de cuernas o de maderas de olivo o encina. Eso sí, "primero aplico un mango de madera sobre el nervio (la extensión de la hoja) para introducirle después el que será mango fijo o definitivo y eso para darle una mayor consistencia", aduce este artesano. A la pieza de metal no le falta detalle alguno, ni siquiera la funda, esa cubierta de piel, hecha con cuero por el propio artesano y por él mismo cincelada con motivos florales.

Nicasio Canito ya ha dado buena muestra de la dureza y corte de sus cuchillos utilizando algunos de ellos dando muerte a un jabalí merecedor de un medalla de plata. No dudó a las tres de la mañana en un día de espera, después de batir con el rifle el animal, cortarle la cabeza al cerdo salvaje. En otra ocasión, estrenaba una de sus creaciones rematando a uno de estos animales.