El cinismo de ciertos políticos que se aferran al triunfo inevitable del cambio demandado por la sociedad usándolo en su propio beneficio, tiene, desgraciadamente su actualidad en nuestra ciudad, aplicando al pie de la letra el concepto lampedusiano de crear una apariencia de cambio, para que el núcleo del sistema permanezca inalterado: "Que todo cambie para que todo siga igual".

Siguen sin enterarse de nada. El pasado 24 de mayo la sociedad española quiso dar carpetazo a un sistema político enrocado, muy dado a las corruptelas, al apoltronamiento y a los privilegios indiscriminados. Demandó claramente un cambio de rumbo castigando a los que habían mantenido este sistema que no daba soluciones a los problemas reales de los ciudadanos. Pidió a gritos a nuestros políticos honradez, honestidad y compromisos duraderos para que la política sirva al interés general y no sea un mero instrumento para conseguir y ejercer el poder: que cumplan las promesas electorales, que busquen el bienestar de los ciudadanos, que no se enriquezca a costa de ellos, que actúen con integridad y justicia y que en su vida privada no tengan cuentas pendientes que saldar que puedan condicionar sus actuaciones como servidor público.

Todo esto, a las primeras de cambio, en nuestra ciudad, tiene visos de convertirse en papel mojado. Me refiero al primer "tema estrella" del nuevo equipo de Gobierno, que no es otro que los costes políticos que debe soportar el Ayuntamiento de Benavente. Veo que las buenas intenciones que tenían tanto el PSOE como IU estando en la oposición, de reducir el coste político y adaptarlo a las circunstancias de un ayuntamiento tan endeudado como el benaventano y solidarizarse con los que han sufrido con dureza los rigores de la crisis, ahora que son equipo de Gobierno, no se corresponden sustancialmente con la dureza con la que han criticado al anterior equipo de Gobierno.

El nuevo equipo de Gobierno fija el coste político anual en 182.635 euros, que si tenemos en cuenta que lo que estaba presupuestado para el 2015 eran 186.064 euros, esta nueva valoración supone un pírrico ahorro a las arcas municipales de 3.429 euros. Valoración muy alejada de las propuestas realizadas por IU en distintos plenos a lo largo del mandato anterior, que hablaba de una rebaja global en el coste de los órganos de Gobierno municipal de un 25%, estimando el ahorro total en 43.760 euros. Proponía además, un sueldo para el Sr. alcalde de 43.160,57 euros y ahora lo fija en 45.000 euros y un sueldo para la concejala con dedicación exclusiva de 21.802,62 euros y ahora para el primer teniente de alcalde con dedicación exclusiva y representante de IU se establece un sueldo de 27.241 euros.

Muy lejos también de las retribuciones planteadas por el actual equipo de Gobierno se encuentran las propuestas realizadas en su día por el grupo socialista que concretamente presentó una enmienda el 24 de enero de 2013 que proponía una rebaja en el coste político de 76.500 euros, con un sueldo para el señor alcalde de 40.000 euros y la supresión de la concejalía con dedicación exclusiva. Ahora, que el PSOE es equipo de Gobierno parece que el criterio es distinto y además de la dedicación exclusiva del Sr. alcalde, las amplía con otras tres: una para el primer teniente de alcalde con dedicación plena y dos concejalías a tiempo parcial.

Es imprescindible, para que este equipo de Gobierno pueda seguir teniendo la confianza de los benaventanos que anhelaban un cambio en la forma de hacer política y huir de las promesas inalcanzables y la demagogia barata, que rectifique y se adapte a lo expresado en su programa electoral; que reduzca de una forma significativa los costes políticos adaptándolos a la situación económica del Ayuntamiento de Benavente, a la disminución del poder adquisitivo de los trabajadores en general y a la solidaridad con los desempleados y familias que han sufrido con más dureza las consecuencias de la crisis económica actual.

Es hora de poner en práctica las buenas formas de gobierno que planteaban estando en la oposición, tanto el PSOE como IU, ya que si no es así, el anhelo de cambio que se proclamaba el 24 de mayo se convertirá en otra frustración más.