En la casa de la señora Angelita, de la venerable Ángela Pernía Rodríguez, en este domingo no faltaron los recuerdos emocionados. En Santa Cristina de la Polvorosa todos la conocen e incluso los más pequeños han oído hablar de la abuela del pueblo.

Este domingo 1 de marzo la venerable abuela de Santa Cristina cumplía 104 años con especial emoción como cuando otro día primero del primer mes de la primavera Ángela Pernía Rodríguez era agasajada por el Ayuntamiento, vecinos y familiares con motivo de erigirse en centenaria, de cuya feliz celebración se hizo eco este diario. Y es que en esta familia la longevidad es un denominador común. Una hermana de Ángela, la señora Leónides fallecía a punto de cumplir 104 años, más aún, su hermano Juan había cumplido 105 años cuando murió.

En la casa familiar de la abuela Ángela también se recordaron anécdotas como las propias vividas por la homenajeada en las que hasta hace pocos años, hasta que las manos se lo permitieron, no dejó de atender a muchos de los vecinos del pueblo y de la zona para ayudarles a curar sus males, sus dolores o problemas de malformaciones óseas y, sobre todo, de tendinitis, esas irritaciones e inflamaciones del nexo entre el músculo y el hueso.

La sanadora de Santa Cristina, la señora Angelita disponía en su orden los tendones; unos masajes con ungüentos elaborados a base de hierbas de la huerta y del campo venían a ayudar a la regular colocación de las fibras musculares. Un trabajo de sanadora, de enfermera tradicional que durante décadas la ahora centenaria ejercía como un don natural. Porque era eso lo que decían algunos de los que han pasado por sus manos que tenía un don para curar, para sanar.

No era este el único arte de curar que poseía la señora Angelita porque por sus manos también pasaron muchos recién nacidos que tras el parto tenía que atenderles de una hernia. Hace décadas no era infrecuente que los bebés presentaran síntomas de una hernia en el vientre, en el estómago debido al parto. La señora Angelita se encargaba de curar a los niños de estos problemas físicos.

No pocos de ellos recuerdan cómo a los pocos días de su nacimiento tuvieron que ser atendidos por la ahora venerable abuela de Santa Cristina de la Polvorosa, según han explicado fuentes familiares.

Tanto en la casa familiar en la calle Cascajal a la casa de la calle Carretas, Ángela Pernía Rodríguez, disfruta ahora en compañía de sus hijos y de sus nietos quienes junto a los vecinos le miman para que la venerable señora siga atenta a los reportajes que tanto le gustan, tanto los de la televisión como los de este periódico.