La iglesia de Grijalba de Vidriales no puede más. Si sus antiguos y silentes muros pétreos alzasen la voz, sus lamentos llegarían hasta el sanctasanctórum de las decisiones de la mismísima Consejería de Cultura con un clamor incesante.

La iglesia de Grijalba se está volviendo gris, ya no es tan blanca como indica su hagiotopónimo que da el nombre al propio pueblo. Ecclesia alba o iglesia blanca construida con piedra de mampostería de la zona y que en su interior alberga notables piezas artísticas como el retablo mayor de la escuela de Gaspar Becerra o el rico artesonado mudéjar que ilumina todo el cielo de la nave rectangular. Único en la zona por su extensión entre paramentos. Precisamente por estas importantes armaduras de madera del siglo XVI, el edificio religioso fue declarado monumento nacional el 10 de octubre del año 1982 (BOE 15 de noviembre de 1982). En aquellos tiempos el párroco don Zoilo ya manifestaba su preocupación por esta declaración oficial argumentando la dejadez en la que iba a quedar el edificio. Y el tiempo le ha venido a dar la razón a pesar de las críticas que recibía entonces el ya fallecido sacerdote.

Unos tenues rayos de luz se adentran en el templo por algunas partes del maderamen del artesonado. Las levantadas tejas de la cubierta no sólo permiten el paso de los haces blanquecinos, sino también de las gotas de agua de la lluvia. Las goteras vienen provocando un deterioro en este rico patrimonio no sólo en su parte central y meridional, sino con acusada presencia en la parte más occidental, en el trascoro, junto al paramento al que se encuentra adosada la torre de espadaña cuyo acceso se realiza desde el exterior, de donde parte el conjunto rectangular de piezas ensambladas hasta la cabecera del edificio cuya bóveda de crucería se refuerza con nervios góticos. Los paramentos de la cabecera o cuerpo presbiteral reforzados con contrafuertes y su bóveda con los nervios pétreos alzan un esbelto cuerpo como si se tratase de una antigua fortaleza. Hasta este cuerpo converge el rico y bello artesonado cuyo testigo mudo de sus cuitas se refleja en una inscripción pétrea cuya lápida se aloja en el paramento meridional del edificio a la altura de los ojos de sus fieles advirtiéndoles que «en el último día de febrero, año de mil quinientos sesentayuno» murió el bachiller y reverendo señor Alonso Mateos, cura de esta parroquia donde se encuentra sepultado dejando al morir rentas para el oficio de misas.

Las goteras se adentran por el artesonado afectando al delicado trabajo realizado en madera, así como en el cuerpo adosado a la cabecera, el de la sacristía, cuyo tejado se encuentra en un estado preocupante. Hasta las baldosas del solado en la nave central forman escalones dificultando el paso de las personas de edad más avanzada.

Las silentes piedras dejan oír su clamor a través de los vecinos, Tanto Asunción Martínez como Gabriel Peláez transmiten por sus labios lo que día tras día reclaman los muros de este edificio religioso dedicado a Nuestra Señora de la Asunción. Una petición de ayuda para que la iglesia blanca no quede en el olvido. En el aire han quedado los acuerdos de intervención en la restauración del artesonado como el adoptado en los inicios del mes de julio de 2006 por el patronato de la Fundación de Patrimonio de Castilla y León. La última actuación realizada en este edificio religioso de los más importantes de la comarca fue la procurada por los vecinos con la reconstrucción del pórtico que resguarda un arco trebolado entre columnas rematadas con capiteles con bolas. La cubierta de la nave ya no puede más, si el bachiller Alonso Mateos, después de 452 años y 48 días se levantara de su tumba entraría en tropel en el sanctasanctórum de la consejería de Cultura para hacer oír su voz.