A las 4.27 horas de la madrugada de ayer sábado, el gerente de la fábrica de Harinas Carbajo, Luis Carbajo, recibe una llamada de Basilio, el molinero, avisándole del derrumbe de la pasarela de La Mota. Aún era noche cerrada y el molinero fue el primero en escuchar el ruido del desplazamiento de los cuestos, por lo que avisó también a las fuerzas de seguridad de la ciudad. En torno a las cinco de la mañana, agentes de la Policía Local, la Guardia Civil, el cuerpo de bomberos y Protección Civil se personaron en la confluencia de la Cuesta del Río con la carretera de la Estación, a dónde también acudieron el alcalde y varios concejales. La zona afectada, según datos del concejal de Fomento, tiene una altura de 40 metros que van desde los paseos de La Mota hasta la carretera del Caracol. La caída se ha llevado por delante, no sólo la pasarela, sino también los muros de contención.

El derrumbe comenzó en la parte inferior, la más próxima a la llamada carretera del Caracol y la que, según los estudios técnicos, más inclinación tenía. Según el alcalde hubo un intervalo de quince minutos entre el primer movimiento y el derrumbe total de la parte central de los cuestos. El propio Saturnino Mañanes estuvo en la noche del jueves hablando con la gerencia del a fábrica de Harinas para indicarles el peligro de hundimiento que preveían en el Ayuntamiento. Se avisó también a los habitantes de las viviendas, desde ayer precintadas, que están enfrente de la pasarela y que, afortunadamente, no estaban en la casa cuando ocurrió el suceso. Pablo Carbajo, hijo de uno de los dueños de estas viviendas que han sido precintadas, explica cómo la tierra cruzó la carretera y dio contra el muro, sin llegar a penetrar en las viviendas y reconoce que «el día antes [por el viernes] ya me habían alertado de que estar en casa no era muy seguro».

En el Parador de La Mota, el recepcionista del turno de noche no oyó nada y el funcionamiento de este alojamiento hotelero ha continuado con normalidad.

A mayores de los daños materiales, afortunadamente no hay que lamentar víctimas humanas. Se han hecho mediciones en la zona del Parador y en la del aparcamiento subterráneo y no se han detectado desplazamientos que pudieran afectar a estas zonas. Tal y como habían dicho los informes técnicos, el área afectada coincide con la cárcava (cuya tierra de relleno puede apreciarse en una tonalidad más rojiza) y puede que no sea sólo la lluvia o los geotextiles, como se pensaba en principio, los causantes de la sobrecarga de agua, sino que fuentes municipales apuntan a que podría haber algún desplazamiento de los manantiales y las aguas subterráneas de los cuestos.

Elena Ortega, arquitecta en el Ayuntamiento de Benavente, apunta que «mientras haya una situación de riesgo y de peligro no puede entrar nadie» y añade «procederemos a medir los puntos que nos han quedado fijos para tener un control de cómo evoluciona y una vez que se consiga una situación de estabilidad intentaríamos desmontar todo lo que ha habido para tener una superficie de trabajo limpia para valorar qué obras se podrían llegar a acometer».

David González, aparejador municipal, afirma que se debe «estudiar, en función de la estabilidad de la ladera, un procedimiento constructivo para la retirada de los restos de materiales y de muros».

El Ayuntamiento espera ahora a que la zona se estabilice.