Partiendo de una reflexión sobre el escudo de la capilla de La Soledad, vínculo con la tradición franciscana presente en Benavente desde 1270, el padre Natalio Saludes Martínez presentó la «verdad de Cristo» como mensaje central de su pregón en Santa María la Mayor.

«Que nuestra fe es cierta porque parte de una verdad: de un hombre llamado Jesús, de nuestra misma carne; que se presentó como Camino, vida y verdad. Hace una breve presentación de Jesús de Nazaret y su mensaje. Y lo más cierto de todo es que Dios ama a cada uno de nosotros. Dice el Evangelio: He aquí a tu rey, que viene a ti manso y montado sobre un asno», explicó y destacó que Jesús «viene a ti, cada Semana Santa».

Saludes recordó que el gran descubrimiento de San Francisco en su juventud «fue que tenemos alma, que hay en nosotros una parte dada por Dios, no por nuestros padres». Quienes no viven la parroquia ni el domingo ni la Semana Santa, «es porque en el fondo no se creen que haya en nosotros una parte espiritual que nos distinga del resto de criaturas que se preocupan sólo por asegurar su comida» dijo. El alma , adujo, «es esa parte de nosotros con la que Dios ha vestido nuestra carne, a través de la cual sentimos inquietud, buscamos a Dios, deseamos la Paz, nos duele el dolor ajeno».

En un segundo apartado el pregonero se centró en la iconografía como prueba de veracidad y recordó que desde el siglo IV hasta el siglo XII se representó a Cristo sin expresión de dolor, con los ojos abiertos: un Cristo resucitado. «La España medieval está llena de éstas imágenes. En torno al año mil se abre un gran debate iconográfico en Europa sobre si para mover hacia Dios el corazón de los hombres, es más eficaz representar la resurrección o representar la pasión y crucifixión. ¿Qué creen ustedes?», inquirió.

«Ambas representaciones han sido objetivos constantes del arte y de la catequesis cristiana: también en Benavente. Pues no tenemos aquí estas imágenes por casualidad sino porque estamos dentro de una tradición de la Iglesia, ambos hechos han sido fundamentales desde siempre en el anuncio cristiano», señaló.

San Francisco de Asís en 1205 cambió de vida orando ante una imagen de Cristo de ojos abiertos: el Cristo que llamamos «de San Damián». Los franciscanos potenciaron la oración del viacrucis y la representación gótica del Cristo sufriente y crucificado, que ha llegado hasta nosotros. «¿En qué imagen pondrás ustedes los ojos esta Semana Santa?», volvió a preguntar.

«Un Dios que nos busca», fue el cuarto apartado del pregón. «El objetivo central de celebrar una Semana Santa es ver con nuestros propios ojos que mientras vivimos esta vida Él está con nosotros, y nos busca. Por lo que nuestra oración tiene quien la recoge, y quien nos la devuelve transformada en poder y fuerza para vivir el día siguiente», aseguró antes de centrarse en la Semana Santa y en las cofradías como «camino hacia Dios».

Cada paso de Semana Santa «es algo muy parecido a un sacramento» dijo, «y mucho más que una catequesis», agregó. «Cuando una imagen es llevada sobre los hombros de hombres y mujeres penitentes, que ofrecen a Dios su sacrificio, su vida, un trocito de su vida, este paso alcanza un valor sacramental, que sitúa al creyente frente al misterio de Dios y a través de él Dios cuestiona nuestra vida».

A su juicio la mayor o menor santidad de un cofrade «no anula el poder evangelizador que una procesión tiene para comunicar-conectar a Dios con el hombre. Que alguien no lo viva plenamente o incluso si lo vive sólo un día al año, no significa que no sea cristiano, significa que está al principio del mismo camino. Jesús tiene su tiempo para cada uno de nosotros, nosotros también debemos ayudar a cada uno a vivir su fe con plenitud». Por este motivo, la tarea de cada cofradía, como lo es de la parroquia, según señaló, «es llevar a cada persona a Cristo y ofrecer un camino para avanzar en santidad y en fe».

En un quinto apartado centrado en la misión eclesial, Francisco Saludes refirió su testimonio personal sobre la labor que se hace desde una parroquia y la necesidad para la formación cristiana de seguir vinculado a un espacio o grupo cristiano. «Niños, jóvenes y mayores necesitamos tener espacios donde llevar a cabo nuestros proyectos de comunidad, justicia, paz en el mundo y riqueza para los pobres», aseguró y propuso una misión a las cofradías: «ofrecer sin miedo a los jóvenes propuestas, misiones, responsabilidades y espacios para ser cristianos».

Por último, el franciscano se refirió a la familia. «Mantener y transmitir la riqueza que para una villa como Benavente supone tener esta Semana Santa, con esta riqueza de vida y procesiones, es tarea de todos: del Ayuntamiento, de los escaparates que puedan anunciarla, del colegio donde se pueda pedir a los alumnos un trabajo sobre cinco anécdotas de nuestra semana santa. Pero es sobre todo tarea de papá, mamá, abuelo y abuela llevar de la mano al niño a ver una procesión y contarle todo lo que sabes, es la mejor y más sincera transmisión de la fe», indicó.

El padre concluyó recordando a los cofrades y a todos los que hacen posible esta Semana Santa, que son enviados de Dios como profetas para llevar a Cristo a los hogares. «Vuestra carga es una misión de la Iglesia llevando a Dios a los sencillos que estamos en las calles», dijo.

Tras el pregón tuvo lugar un concierto a cargo el organista Carlos Rodríguez Lajo y la soprano Amparo Mateos.