El párroco de Brime de Sog, de Congosta, Uña de Quintana, Cubo de Benavente y de Molezuelas de la Carballeda falleció en la mañana del pasado lunes y sus funerales y sepelio fueron oficiados en la tarde del martes en su localidad natal y de residencia, en San Pedro de Ceque. Gregorio Mateos Antón fallecía de forma repentina habiendo cumplido recientemente 79 años. Sus funerales y sepelio fueron presididos por el prelado de la Diócesis de Astorga, Camilo Lorenzo, con la presencia de numerosos vecinos de la comarca y compañeros sacerdotes que quisieron rendirle un último adiós a quien dedicó toda una vida pastoral en tierras bercianas y vidrialesas.

El finado Gregorio Mateos, nacido en 1933 en la localidad de San Pedro de Ceque, iniciaba sus primeros estudios en la desaparecida preceptoría de Nuestra Señora del Campo en el santuario de Rosinos de Vidriales en una época en la que la Diócesis de Astorga contaba con este importante centro formativo como foco de enseñanza junto al Seminario de la Inmaculada en Astorga, el de Nuestra Señora de las Ermitas, San Francisco en Puebla de Sanabria, Tábara y Vega de Espinareda. Concluidos sus estudios en el Seminario diocesano, en junio de 1958 fue ordenado sacerdote para estrenar su ministerio pastoral en la Diócesis ese mismo año, como ecónomo de las parroquias bercianas de Colinas de Boeza, Urdiales y Los Montes. De ahí su fino humor cuando le preguntaban sobre su destino: «estoy entre Montes y Colinas», decía y recordaba años más tarde. El prelado le encargó en el año 1961 que atendiese también la parroquia de Langre. Dos años más tarde, en el 1963 fue trasladado a las proximidades de su tierra natal y ya en la provincia zamorana como párroco de Espadañedo, Faramontanos de la Sierra, Vega del Castillo, Villarejo de la Sierra y Uña de Quintana. A este encargo se le fueron añadiendo nuevos servicios desde el año 1997: Ayoó de Vidriales y Brime de Sog (1997), Congosta de Vidriales (1999), Molezuelas de la Carballeda y Cubo de Benavente (en 2002).

Gregorio Mateos, de porte y ademanes serenos, poco dado a las reuniones, sin embargo se hacía cercano con sus feligreses a los que procuraba atender en todo momento. Fiel amigo de sus amigos no dudaba en demostrar en algunas ocasiones sus querencias. Eso si, nunca le faltó celo pastoral ni afán de atender con creciente dedicación sacerdotal a las comunidades parroquiales que le fueron encomendadas, como han venido a resaltar algunos de sus compañeros en el ministerio sacerdotal. Sus feligreses de parroquias bercianas, de la Carballeda y de Vidriales quisieron rendirle tributo por su buen hacer como sacerdote, asistiendo a sus funerales y sepelio en la iglesia parroquial y en el cementerio de San Pedro de Ceque.

De las parroquias que hasta ahora venía atendiendo, se ocuparán previsiblemente los párrocos de San Pedro de Ceque y de Santibáñez de Vidriales, Aurelio Miguélez y Miguel Hernández, respectivamente, confirmaron desde el Obispado de Astorga.