El fuego se originó el sábado por la tarde en la localidad zamorana de Cubo de Benavente y que alcanzó el nivel uno de peligrosidad ya está controlado.

Varios efectivos continúan vigilando que las llamas no vuelvan a reproducirse, algo que ocurrió en dos ocasiones durante el día de ayer: una al mediodía y otra hacia las tres de la tarde. En ambos casos, los agentes acabaron con las llamas de manera inmediata utilizando un hidroavión como refuerzo.

Pasadas las cuatro de la tarde, la reactivación se produjo en la provincia leonesa, concretamente en la zona de Nogarejas y de Castrocontrigo y al cierre de esta edición las labores de extinción continuaban en activo en estas localidades.

La Junta de Castilla y León ha calificado el suceso como «intencionado» y esta afirmación es secundada por varios vecinos de la localidad, además de por su alcalde, Emiliano Bresme, quien considera que «dos focos no pueden ser producto de la casualidad». Bresme calcula que ha sido afectado un 25% del término municipal de Cubo de Benavente y que «aunque los medios llegaron pronto, el viento avivó el fuego que pronto se metió en la maleza». Ayer por la mañana el pueblo despertó «con normalidad», dice el alcalde. La diferencia era que al mirar a su alrededor, el paisaje se había teñido de negro. «Da mucha pena ver cómo se han quemado encinas que tenían más de doscientos años», afirma José Bremes, un vecino del municipio.

Cuatro granjas de porcinos fueron rodeadas el sábado por la tarde, pero sin llegar a alcanzar las naves. Su dueño, Paulino Peral, concluye que «los cerdos sólo se llenaron de humo, pero están todos vivos. Los agentes medioambientales han trabajado muy bien». El origen de las llamas se produjo en dos focos cercanos a Cubo de Benavente. El viento hizo que acabaran juntándose. Nuria Breme, una de las vecinas de este municipio situado en la comarca de la Carballeda, fue una de las primeras personas en detectar el humo y relata así su historia: «Estaba con los niños y uno de ellos vio el humo. Justo después el ocupante de un coche me avisó de que a la entrada del pueblo estaban ardiendo unas alpacas. Entonces fui en seguida a casa y avisé a mi hermano, que se fue con la bicicleta para comprobar el lugar exacto del fuego mientras yo lo contaba en el bar. Tocaron las campanas y todo el mundo fue allí para intentar apagarlo. Cuando volví a casa, ví desde la ventana que en otro punto diferente había otro humo. Salí para avisar, pero no había nadie en la calle, todos estaban en el primer foco. Gracias a los móviles pude alertar para que vinieran algunos».

A falta de datos oficiales, las estimaciones consideran que más de 1.000 hectáreas han sido calcinadas. El fuego afectó a árboles centenarios y varios colmenares. El delegado de la Junta de Castilla y León en Zamora, Alberto Castro, no ha querido hacer ninguna declaración al respecto.