Profesor de la UNED. Especialista en la Baja Edad Media.

Manuel Fenando Ladro Quesada protagonizó el jueves la primera conferencia sobre la nobleza castellana con motivo del 25 aniversario de la UNED en Zamora y del 10º de la extensión en Benavente. Ladero habló de la biblioteca de los primeros Condes de Benavente. En esta entrevista ahonda en su creación y en cuales eran las preferencias temáticas de los primeros Pimentel.

-¿Cómo era la biblioteca de los Pimentel?

-Era una biblioteca de tamaño medio, no demasiado grande. Si no recuerdo mal oscilaba entre los 150 y los 200 volúmenes e libros muy diversos. Se formó a mediados del siglo XV por los primeros condes (fundamentalmente por el segundo conde, Don Rodrigo Alfonso y por Don Alonso, el tercer conde), aunque luego posteriormente se siguió incrementando y hay constancia de ella a finales del siglo XVI, en que se pierde un poco la pista de lo que con ella ocurrió.

-¿Que la diferenciaba de otras bibliotecas nobiliarias?

-Bueno, era una biblioteca asimilable a la de otros nobles con la pequeña peculiaridad de que a lo mejor abundaban más las obras de escritores árabe y escritores judíos.

-¿Que pudo ocurrir con esos fondos. Se vendieron?

-Hasta donde yo sé, y aunque no soy experto en el tema he intentado documentarme un poco, permaneció en el Castillo-Palacio hasta finales del siglo XVI, y como suele ser habitual en estos casos, los sucesores del título siguieron incrementando el número de volúmenes. En uno de los trabajos de la principal investigadora de los Pimentel Isabel Beceiro, señala que los fondos pasaron a Valladolid y a partir de ese momento se le pierde la pista, se dispersa la biblioteca y no se sabe muy bien que pudo ocurrir con ellas.

-De entre los libros destacaba un libro sobre filosofía judía...

-Si efectivamente, porque era un poco sorprendente que se encontrara en el inventario La Guía de Perplejos, del andalusí Maimónides (escrita en árabe hacia 1190 y posteriormente traducida al hebreo), porque no se documenta en otras bibliotecas nobiliarias.

-¿Por que razón cree que el conde se interesó por esta obra?

-Pues según he podido seguir en los estudios de Isabel Beceiro y de Severiano Hernández Vicente, que ha trabajado bastante sobre el Concejo de Benavente, parece ser que el conde tenía, no se si una especial predilección, pero sí una política de especial protección de la comunidad judía que existía en Benavente, y quizá esa cierta simpatía les pudo inducir a tener cierto gusto por la lectura de esta obra de filosofía judía.

-¿El interés por tener una biblioteca se debió mas a su juicio por una moda de la nobleza del bajo medievo o por un verdadero interés por aprender y tener más conocimientos humanistas?

-Se podría hablar de una moda, pero yo creo que es mas una tendencia, una evolución de la mentalidad nobiliaria en general en el conjunto de la corona de Castilla. Si es cierto que hay una influencia de las corrientes humanistas y por otro lado un cambio de mentalidad profundo que se va a producir en la nobleza. En el seminario con los alumnos expliqué que la nobleza bajo la corona castellana se sometía a un periodo de crisis importante de bajada de ingresos, de bajada de rentas, y eso hace que vaya modificando muchos de sus hábitos de vida, entre ellos el abandono de sus residencias, digamos exclusivamente rurales, para trasladarse a la ciudad. A partir de ahí se produce un cambio de mentalidad.

-¿Qué otros libros figuraban en el inventario?

-Buenos había incunables habituales en otras bibliotecas, pero tenían muchas traducciones de autores latinos, de Cicerón, de Séneca, incluso de los humanistas italianos, de Dante, de Petrarca, de Bocaccio... Y también es curioso que tenían obras de contemporáneos suyos castellanos. Las obras del conde de Villena también figuran en las obras de los condes y de otros nobles. En fin, las obras de filosofía judía tal vez es lo que la distingue de las demás bibliotecas.

-¿Quién proveía de fondos y de libros a los condes?

-Los Condes de Benavente formaban parte de la elite de la corona por decirlo así. En la alta nobleza castellana había entre 30 y 35 familias y los Pimentel eran parte de esa elite. Por eso tenían acceso incluso a la biblioteca real y en aquella época encargaban copias. El Marqués de Santillana es un ejemplo de esto porque era un auténtico bibliófilo. Es posible que Santillana les proveyera, pero es conocido que el propio Juan II le prestó libros al Conde de Benavente.