La planta de biodiésel de Castilla y León (Biocyl) de San Cristóbal de Entreviñas está produciendo solamente un 20 ó 25 por ciento debido al alto precio de las materias primas utilizadas.

Actualmente está trabajando a baja carga de producción de biocombustible, elaborando en torno a 1.400 toneladas de biodiesel al año, cuando la planta podría soportar una capacidad de fabricación de 7.000 toneladas. Es decir, su actividad está un 80% por debajo de sus posibilidades.

«Estas cifras van variando según el precio de las materias primas y de la capacidad de suministros» explica Carlos Fernández, gerente de la planta de San Cristóbal de Entreviñas.

Esta factoría trabaja únicamente con aceites vegetales usados, que actualmente se elevan a un coste altísimo. Por esta razón, no se obtienen prácticamente beneficios de la actividad de transformación y se tiene que complementar con otra serie de actividades productivas como es el tratamiento de materias primas (aceites o grasas vegetales) para otras fábricas del mismo o de diferente sector.

Las cifras en toneladas de producción varían, según informaba el gerente de la planta Biocyl, dependiendo del precio de los componentes necesarios para elaborar el combustible vegetal y de la capacidad de suministrarlos.

La materia prima es escasa. El aceite vegetal que se puede llegar a reciclar no es el suficiente para abastecer a todas las fábricas de biodiésel que están instaladas en España.

La sociedad se abastece de aceite usado a través de contratos con gestores autorizados por la Junta de Castilla y León ubicados principalmente en la región, aunque también se realizan algunos convenios fuera de la Comunidad Autónoma.

Los administradores de esta materia prima obtienen el producto a través de varios métodos de recogida. A nivel domiciliario, por medio de los contenedores ubicados en diversas localidades que comenzó a raíz de una campaña de concienciación lanzada por la Junta de Castilla y León. En este convenio participan tres organismos: la Consejería de Medio Ambiente, el ayuntamiento de la localidad y el Ente Regional de la Energía (EREN). Otra vía es la correspondiente a nivel de hostelería y de edificios institucionales. Estos por obligación legal tienen que gestionar este residuo que generan en su actividad, «estamos hablando, por ejemplo, de un comedor de un hospital, colegios, residencias de ancianos; y por otro lado, bares, hoteles» enumera Fernández. El tercer y último gestor son las empresas agroalimentarias, que en su proceso productivo genera el aceite vegetal usado como residuo.

A pesar de que las empresas de producción de biodiesel dispongan de estas tres vías antes señaladas, la capacidad de generación de aceite vegetal en Castilla y León es baja, un total de 11.000 toneladas al año. Tan sólo la planta situada en San Cristóbal de Entreviñas necesitaría 7.400 toneladas para funcionar al cien por cien.

El aceite vegetal para conseguir biocombustible es sometido a una reacción de transesterificación en la cual reacciona con metanol y potasio, obteniendo glicerina por un lado, y biodiesel por otro. Este último se somete a procesos de purificación (lavado y deshidratación), y para finalizar se procede a la activación y al almacenamiento del producto terminado. Además esta planta, tiene el equipamiento necesario para la realización la purificación de la glicerina.

Este tipo de fábrica beneficia directamente al medioambiente de dos formas; la primera evitando que el aceite vegetal usado contamine las aguas, «un litro de aceite vegetal usado contamina mil litros de agua» explica el gerente. Y la segunda, es la sustitución del gasóleo por biodiesel que es mucho menos contaminante en su uso en automoción. La planta Biodiésel Castilla y León (Biocyl), fue una sociedad creada en 2009 por el Centro de Investigación y Desarrollo en Automoción (Cidaut), el Ente Regional de la Energía (Eren) y la empresa Inverduero. Y proporciona trabajo a nueve personas