«Ha sido una experiencia inolvidable. La alegría de la gente por sentirse cristianos y los cánticos a todas horas por el metro y por las calles era algo increíble» destaca César Salvador, párroco de San Juan, a la vuelta de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Una treintena de benaventanos asistieron de martes a domingo al evento histórico. El desembolso que los jóvenes tuvieron que realizar fue de 280 euros, sufragado en un 8% por el obispado de Zamora. Para ellos ha merecido la pena, han reavivado su fe al ver que personas de todo el mundo piensan igual que ellos.

Un autobús partió de Benavente el martes por la mañana en dirección a las Jornadas Mundiales de la Juventud que se celebraban en Madrid. Realizaron una parada técnica en Zamora para recoger a más gente y cargar el vehículo de comida para los seis días de peregrinaje que tenían por delante.

Llegaron a Madrid y se instalaron en un colegio religioso del barrio de «Las Ventas» con otros cuatrocientos jóvenes más procedentes de Francia, Holanda, Polonia y Reino Unido. Desde el primer momento la convivencia fue buena entre todos, «sobre todo con los franceses», destacan las chicas asistentes.

El idioma común entre todos era el inglés, aunque muchas veces el sistema de lenguaje de signos servían para explicarse mucho mejor.

Además de acudir a los actos litúrgicos que estaban programados, el grupo de chicos y chicas benaventanos visitaron las zonas más turísticas de la capital: el Parque del Retiro, el Museo del Prado, la Puerta de Alcalá y, hasta tuvieron la oportunidad de acudir al musical de la vida de Juan Pablo II en la salón de actos del Parque de Atracciones. «Narraba la vida de este Papa. Fue muy emocionante ver representado como surgió su vocación y como fue ordenado sacerdote. La gente se volcó mucho porque Juan Pablo II ha sido muy querido por todos» cuenta Andrés Rivera.

Uno de los momentos más esperados fue la entrada al recinto de Cuatro Vientos el domingo. Era el día de encuentro de todas las personas que habían acudido a Madrid a ver a Benedicto XVI. El grupo procedente de Benavente intentó entrar a las instalaciones el sábado por la noche, pero finalmente tuvieron que darse la vuelta a la una de la mañana y volver a las cinco. «Dormimos más en el metro que en el colegio esa noche, pero aun así seguíamos con fuerzas» explica Andrea Cordero. Estuvieron esperando más de tres horas hasta que al final se abrieron las puertas del recinto y consiguieron entrar a la gran celebración que se iba a llevar a cabo. El Centro de Atención encargado de la organización de las JMJ se vio desbordado por la cantidad de gente que se aglomeraba en la entrada de Cuatro Vientos. «Nadie sabía nada. La policía comenzó a desalojar y mucha gente se marchó; nosotros que nos quedamos al final entramos afortunadamente» cuenta Alejandro Conde. Cada grupo tenía asignado un cuadrante determinado dentro de las instalaciones, pero nadie se colocó en su sitio correspondiente. Se quejan en cierta forma de la elección por parte de la organización del espacio del domingo: «Los voluntarios estaban desbordados. Se necesitaba un lugar más amplio», explica David del Hoyo.

Las confesiones, realizadas por más de quinientos sacerdotes de todo el mundo, se sucedieron durante todos los días y en todo momento estuvieron abarrotadas. El grupo de jóvenes benaventanos no pudieron llevarlo a cabo, «queríamos confesarnos, pero nos fue imposible. Era un momento especial porque el Santo Padre dijo que daría la indulgencia plenaria si te confesabas en las JMJ».