«No creo que para energía eléctrica haya un río más aprovechable en todo el norte de Castilla y León como es el Eria», advierte el vecino de Villaferrueña Antonio Rueda Posada quien con 70 años ha visto cómo han ido en desuso estas factorías de luz y de pienso y harina. Y no le falta mucha razón porque hasta la leyenda popular habla de que las aguas del Eria han impulsado hasta un total de nueve molinos, sólo en este término municipal.

Las mangas que salen desde el cauce a su entrada en la provincia zamorana están llenas de vestigios de fábricas de luz y de molienda. El río que nace en los montes del Teleno y que en la localidad leonesa de Corporales brota del prado conocido como Fuente de «Los Eiros» o las eras donde trillaban los romanos, según el estudioso Maximino Descosido Fuertes, se adentra en la provincia zamorana por Alcubilla de Nogales donde hasta hace unas décadas existían dos molinos de pienso y de harina y otro para extraer el aceite del lino. En el vecino Arrabalde, hasta se cuentan cinco molinos, aunque la leyenda popular alude a alguno más. Los vestigios señalan uno de luz, tres de harina y otro más de linaza. Aguas abajo, en Villaferrueña, las ruinas dejan ver la antigua existencia de tres para producción de energía eléctrica y dos de molienda del grano, en Redelga y Verdenosa (Santa María de la Vega) todavía continua la actividad harinera en el molino que produjo también energía eléctrica para consumo propio ya que hasta las casas llegaba la luz desde Villaferrueña. En Morales de Rey también las aguas se adentraban en el pueblo para mover las muelas y producir energía eléctrica para los vecinos desde la factoría ubicada en el centro de la localidad. En Morales existió otro molino el de Abajo, aunque éste únicamente para la molienda de granos de trigo y de maíz. Ya antes de desembocar en el Órbigo, las aguas del Eria permiten la actividad de la molienda en el molino de Manganeses de la Polvorosa a cuyas casas llegó la energía eléctrica desde esta factoría primero de luz y después harinera.

En total, 17 molinos a los que se permite todavía precisar su actividad. Sólo dos de ellos en los que perdura la actividad fabril harinera. La cesión de derechos en los años sesenta del siglo pasado a la compañía Iberdrola finiquitó las infraestructuras dedicadas a la producción de energía eléctrica dejando en desuso y en ruinas las antiguas factorías.

Villaferrueña es por así decir el pionero y más pujante en explotar los recursos hídricos para producción de energía eléctrica. Los vecinos disponían en sus casas de bombillas en algunas habitaciones con filamentos de 10 watios. Aunque la sequía del cauce en los meses de verano provocaba la interrupción del suministro. «En el momento que remanecía el Eria con la llegada de las lluvias, ya teníamos otra vez luz», confiesa el vecino Antonio Rueda.

Desde los molinos de Villaferrueña los cables transportaban la energía eléctrica hasta las casas del pueblo y uno de ellos a las de Redelga y Verdenosa. Incluso el que se encontraba en la zona de La Isla, a un kilómetro del pueblo, llegó a compatibilizar el movimiento de las muelas con la producción de energía para la fábrica de harinas de Alija de los Melones (la actual del Infantado). En esta factoría de «La Isla» se tenía que utilizar el gas pobre o la biomasa para alimentar la turbina cuando no corría el agua. Desde «La Isla», las aguas del Eria discurrían por el caño del Molino dejando tras su paso febriles actividades de molienda del grano para pienso de los animales y la harina para elaborar el pan, así como en la zona de «Casasanta» y del desaparecido poblado de Villarrubia o del molino «Lobo» del que la leyenda popular relata la crianza de un lobezno por el molinero y también una trágica historia.

Molinos que son historia como la que lleva el río, productor entonces de energía eléctrica y ahora permitiendo que sobre sus aguas se reflejen los elevados molinos que coronan la sierra de Carpurias bajo la que discurren las aguas del Eria.