La maestra jubilada de Bercianos, doña Adelina, recuerda sus primeros tiempos impartiendo clase en Tolila de Aliste cuando en una visita del inspector de Educación le pregunta por qué en el pueblo veía a todos los chicos con el libro en la mano, tanto si estaban con la vacada como en el campo. El inspector se quedaba satisfecho con la respuesta de la joven Adelina advirtiéndole de las tareas encomendadas para casa. En esta entrevista habla de su vida profesional dedicada a la enseñanza.

-La enseñanza ha cambiado, ha evolucionado de tal forma en estas últimas décadas que algo tendrá que decir al respecto una de las maestras más conocidas de la zona de Vidriales.

-Mira que si ha cambiado que antes lo que decías iba a misa, entonces los padres se volcaban. Ahora, todo son pegas tanto para los alumnos como para los padres, estos te dejaban a los hijos con toda tranquilidad por la confianza que depositaban en la maestra. En general, ahora la Educación la veo con más medios, eso sí, pero es que antes quizás era más completa.

-Con solo 18 años y ya era maestra, aunque no pudo opositar hasta cuatro años más tarde...

-Fue mi padre que era maestro el que me enseñó todo hasta los tres cursos de Bachiller. Él, incluso preparaba a los que iban a ir para el Seminario, les daba las clases gratis. Me llevó para el colegio de La Milagrosa donde obtuve el título de maestra pero al no haber oposiciones tuve que esperar cuatro años para sacar una plaza, aunque aquellas oposiciones para mi fueron extraordinarias porque para terminar la oposición tenías que estar seis meses de práctica y llevar la dirección y esa etapa fue en Tolilla de Aliste en el municipio de Gallegos del Río, una gente extraordinaria aquella. Allí estuve dos años dando clase.

-Desde Aliste volvió a su tierra, a Vidriales. ¿A qué fue debido?

-Mi tío Benjamín González, que era párroco de Bercianos, no paraba de decir que tenía que venir para aquí (para su casa), así que su insistencia pesó sobre todas las cosas y vine para el pueblo de al lado, para Moratones. Desde Moratones vine para Villaobispo y después a las escuelas comarcales de Santibáñez hasta la jubilación.

-Una jubilación que vino precedida unos años antes con la distinción del Lazo de la Encomienda de la Orden de Alfonso X El Sabio en nombre de Su Majestad El Rey Juan Carlos I.

-Sí, fue un acto emocionante en Zamora, me dijeron que me lo merecía pero hice siempre lo que debía. En las comarcales de Santibáñez di el callo, no lo sabes bien. No teníamos una perra, íbamos a la carnicería, a la pescadería, a la panadería y todos nos fiaron el primer año del comedor. No teníamos dinero hasta que llegase del Ministerio. Después todo vino rodado pero los primeros tiempos fueron difíciles. Estuve de encargada del comedor y eran casi 700 alumnos los que había, dos turnos para que pudieran comer todos.

-Maestra, encargada del comedor, tutora, enfermera, ¿de dónde sacaba el tiempo?

-Hacía de todo, incluso de enfermera. Cuando alguna niña se ponía mala, había un problema, ¡qué papeleta! Le calentaba las tapaderas de las cacerolas para que se calentara la tripita y aliviarle el dolor. Entonces conseguí que me hicieran un cuartito para que cuando las niñas estuvieran enfermas pudiesen descansar. Le dije a la inspectora Filomena Hoyos que necesitábamos un dispensario y nos los hizo en el colegio.

-Un trabajo encomiable, sin lugar a dudas, ¿pero también con necesidad de llegar a casa?

-Yo estaba todo el día en el colegio. No tenía tiempo y tenía que corregir en casa por la noche y Ricardo (se refiere a su marido, fallecido hace algunos años) me reñía.

Brime de Urz, 1921

Su padre, que también fue maestro, le impartió los tres primeros cursos del bachiller para examinarse en el Claudio Moyano. Su paso por el colegio La Milagrosa de la Capital zamorana hizo que Adelina Jáñez culminase sus estudios de maestra a los 18 años aunque la ausencia de oposiciones provocó una demora de cuatro años para el ejercicio de la docencia desempeñada hasta la jubilación. Cuatro años antes del retiro laboral fue distinguida por el Ministerio de Educación, en nombre de S.M. El Rey, con la Encomienda de la Orden de Alfonso X El Sabio.