La población de procedencia china que vive en Benavente ha crecido de manera significativa en apenas diez años. Los habitantes residentes en el municipio y en la comarca originarios de este país asiático superan ya el número de 70, entre empadronados (49) y no legalizados (más de 20). Del grueso de extranjeros registrados en Benavente la población china supera ya el 6%.

Los comercios regentados por este colectivo también han aumentado en el municipio. El dato más revelador no es el número de establecimientos, que en los últimos tres años han pasado de uno a cuatro, sino las dimensiones de los mismos que superan en la mayoría de los casos los 400 metros cuadrados. Los locales utilizados eran antiguos supermercados de cadenas nacionales que se han visto convertidos en bazares, donde se puede encontrar centenares de productos. Los horarios comerciales de estos establecimientos son bastante más amplios que los acostumbrados en la ciudad. «Los chinos somos muy trabajadores», asegura Erbo Ley, propietario de un bazar chino en el centro de Benavente. Ley llegó a Benavente hace más de diez años. Fue uno de los primeros orientales que se instaló en el municipio. «Antes de establecerme aquí, me recorrí media España». Asegura que para sus compatriotas el salir de su país para crear negocios, aunque sea cruzando el mundo, es algo habitual: «Muchas personas en edad de trabajar dejan China para ir a buscarse la vida a otros países, sobretodo europeos. Quieren salir para descubrir nuevas oportunidades de negocio».

El principal problema con el que se encuentran los inmigrantes chinos es el desconocimiento del idioma y la dificultad en su aprendizaje. Para los jóvenes menores de dieciséis años los centros educativos de la ciudad se encargan de esta tarea. «En nuestro centro hemos visto aumentar de una forma considerable el número de chinos en edad escolar. Es una satisfacción muy grande ver como esos niños van mejorando y consiguen alcanzar logros académicos», cuenta Rafael Miñambres, jefe pedagógico del colegio Virgen de la Vega. «Me costó mucho adaptarme al idioma, y también a los compañeros. Los dos primeros años fueron muy duros, pero después no tuve ningún problema. Ahora soy un benaventano más», admite el hijo de Ley.

En el caso de los adultos, desde hace cuatro años el Centro de Integración Local (CIL) imparte clase de español para inmigrantes. Susana Carretero, coordinadora del centro, confirma el aumento de inmigrantes chinos que acuden a aprender el idioma: «Antes el grueso de mis alumnos eran búlgaros o rumanos, ahora la mayoría son de procedencia china».

El desconocimiento del idioma se suple con la contratación de una gestoría que organiza y resuelve todas sus acciones burocráticas. «Ellos tienen contratado a un gestor que lleva todo, la documentación, las nóminas. La gente que dice que no cotizan a la seguridad social se equivocan» cuenta R. E. empleada de uno de estos comercios.

Los establecimientos existentes en la ciudad tienen contratados a personas del municipio. El trato, dicen, es excelente en cuanto al salario y al respeto, pero aseguran que son una comunidad muy cerrada, «son muy suyos. Yo llevo trabajando casi dos años y me ha costado integrarme, pero ahora me invitan a comer a su casa» dice R. E, «aunque no se relacionan mucho con españoles viven como ellos. No viven todos en una casa, cada uno tiene la suya y además son muy buenos pagadores».

El total de la colonia china que reside en Benavente se encuentra en edad de trabajar. Una vez alcanzada la edad de jubilación vuelven a su país.

En cuanto a las costumbres benaventanas, lo que más sorprende a este colectivo es la festividad del Toro Enmaromado. «Al principio no entendíamos nada, veía a mucha gente correr detrás de un toro y no le veía la gracia, pero después me hice de la peña Popeye y disfruté mucho», admite el hijo de Ley.

La colonia asiática va adaptándose de una forma satisfactoria a las costumbres y maneras de hacer de nuestro municipio, pero aún continúan con sus tradiciones: «Nosotros cocinamos comida china. Los productos son los mismos, pero no la forma de elaborarlos». «Hemos celebrado el comienzo del año chino aquí, el año del conejo, con nuestras celebraciones más típicas», cuenta May Ling, una de las vendedoras de una tienda situada en El Ferial.