Diez años después de haber dejado el fútbol, la Asociación San Crispín reconoce la trayectoria deportiva de Víctor Ferreras. Hoy recibirá un homenaje en el Hotel Orense por sus diez años de militancia en la elite futbolística nacional en el Valladolid, en el Sevilla y en el Hércules. En esta entrevista Ferreras habla de fútbol, pero sobre todo del esfuerzo y del sacrificio que supone la competición de altura y del precio que a veces hay que pagar por ello.

—La Asociación San Crispín le reconoce su trayectoria deportiva con este premio. No todo el mundo es profeta en su tierra. ¿Usted siente que sí?

—Lo más bonito es que te reconozcan en tu tierra, porque al final es de donde eres y adonde vuelves. Cuando salí de aquí siempre me sentí orgulloso de decir de dónde era. Es muy de agradecer este reconocimiento y más habiendo pasado tanto tiempo desde que dejé el fútbol.

—¿Una etapa efímera?

—Si, porque a los futbolistas se les recuerda en el momento. Es un mundo mediático en el que se te ve en los cromos, en la tele y demás. Una vez que se acaba eso vuelves a tu vida normal y te quedan cuatro amigos del fútbol y poco más.

—Su etapa profesional duró 10 años. ¿Fue realmente una época competitiva de esfuerzo y sacrificio?

—Fue así y es cada día es más así para cualquier futbolista. Se ha mejorado en la información y en las técnicas y cada día los deportistas van más al límite. Son muchos más partidos, hay más competición, la televisión influye y estar ahí arriba significa estar compitiendo día a día y hora a hora.

—¿Esa década en Primera División fue para usted un universo de tiempo o pasó rápida como una estrella fugaz?

—Fueron diez años de competición diaria realmente. Hay una máxima que dice que así entrenas, así juegas. Para jugar bien hay que entrenar a tope todos los días.

—¿El futbolista nace o se hace?

—Nace y se mejora. Puedes tener algo innato que te distinga y que va a marcar tus características, pero los futbolistas tienen que mejorar día a día. Cuando más trabajas, más se mejora. Pero algo innato tienes que tener.

—¿Todos los futbolistas de la elite nacieron, pues, para ello?

—En parte se han tenido que hace. Y yo no digo que todos los futbolistas que están en la elite sean los mejores. Hay jugadores que por diversas circunstancias no han llegado a la elite y por calidad y por condiciones, a lo mejor son mejores. Pero arriba del todo llegan muy poquitos.

—¿Qué recuerdos le quedan y le vienen de su carrera?

—La primera vez que vestí la camiseta de la selección no se olvida nunca. Cuando suena el himno de tu país... Eso no se te olvida nunca. Pero para llegar ahí has tenido que dar muchos pasos y te ha tenido que ayudar mucha gente, y no de la elite. Gente como Poli o como Miguel Ángel, que estaban aquí y me ayudaron en el Benavente, y de todos se aprende y sin aprender nadie mejora.

—Hemos llegado a un punto sin embargo en el que un deporte colectivo prima más que nunca la individualidades de los Ronaldo o de los Messi...

—Son jugadores mediáticos. Los que hacen lo bonito. Detrás hay otros diez jugando para que ellos jueguen así. Sin estos no son nada. Ningún partido se gana con un solo jugador, y en todos los equipos hay gente que tiene magia y gente más disciplinada y menos cualidades técnicas. Tiene que ser un compendio de todo. No es menos importante uno que otro, aunque al final a todo el mundo le gusta ver la genialidad de Ronaldo y no aprecia tanto la colocación de Xavi Alonso.

—Pero el ejemplo para mayores y niños son las grandes estrellas pese a todo.

—Es normal que quieran ser como Casillas o como Ronaldo y no como un lateral izquierdo de cualquier equipo.

—¿Como futbolista, el puesto que le asignaban en el campo cumplía sus expectativas?

—Yo lo que quería era jugar y finalmente la experiencia y el saber estar en el campo te de la posibilidad de jugar en muchas posiciones.

—Nunca antes ha habido tanta escuela y tantos niños en equipos. ¿Es el futuro?

—Sí, porque a nivel provincial y regional están teniendo mucho éxito. Los niños tienen que jugar y cuánto antes se les enseñe cuestiones técnicas y tácticas más han de mejorar. Toda la inversión, las escuelas y la infraestructuras que se hagan son pocas. En mi época nos la había, aunque en el colegio había una liga muy competitiva. La cantera es fundamental. Hay mucho más medios, y en cuanto a las instalaciones, el campo de césped artificial tal vez no sea suficiente, pero nosotros no teníamos ni eso; había que quitar las piedras antes de jugar.

—¿Ser entrenador no le llama?

—No valdría. Mi carácter no me permite estar en un banquillo y ser como pienso que debería ser un entrenador. Tal vez tenga demasiado nervio para ver las cosas con objetividad. Gracias a Dios me he dado cuenta y no me metido en ningún fregado.

—¿Cuándo la rodilla le comenzó a dar problemas se dio cuenta de que le llegaba la hora o pensó que tal vez podía seguir?

—Cuando las cosas llegan hay que adaptarse. Igual que empecé a jugar muy temprano, cuando me llegó el momento tomé la decisión que tenía que tomar. Yo lo vi claro porque otra cosa hubiera sido engañarme. En mi rodilla ahora no tengo nada mío, ni menisco ni ligamentos.

—¿Cuando se acaba el último partido se ha ganado dinero suficiente o es un mito?

—La gente piensa en Ronaldo o en Messi y de esto no se puede hablar en los tiempos que corren. El fútbol es una profesión que te sirve para ganarte la vida. Si tienes cabeza te da para ahorrar, no para dejar de trabajar, pero sí para no pasar necesidades.