El pintor y escritor benaventano José Carlos Guerra presentó ayer su obra narrativa «Ulises sembró un campo de fresas (Historias de un chat)», en el que recoge sus reflexiones después de cinco años participando en diferentes chats de la Red. Una obra editada por el propio autor y de la que ya se ha agotado la mitad de una edición de 1.000 ejemplares. «Una historia de historias», estructurada en 24 cantos al igual que la Odísea, pero que tal y como asegura su autor, «no es un camino de llegada a ninguna parte, sino de búsqueda», aunque reconoce que todo lo que se puede encontrar detrás de un «nick» es sexo y mentira. Veinticuatro historias independientes que se relacionan a través de esa reflexión del autor y del internauta.

Las fresas como símbolo del erotismo siempre presente en las conversaciones de la Red que han llevado a este artista a benaventano a plasmar en un libro sus andanzas cibernéticas durante el último lustro, incluyendo los pseudónimos de aquellos con los que ha coincidido y charlado durante este tiempo, lo que le ha llevado a recibir amenazas para que el libro no se publicara, algo que queda en lo anecdótico.

Un libro en el que Guerra, como señaló José Negro, que presentó la obra, «muestra los entresijos y la trastienda de unos personajes que han convertido su mundo en una especie de pecera en cuyo cristal han pegado la nariz muchísimos curiosos», y que no es otra que la navegación por Internet. «Haces lo mismo con el amor que con el arte, no ponerle puertas», le dijo Negro a José Carlos Guerra, en reconocimiento a una obra controvertida y reveladora de lo fácil que es caer en el mundo de la Red. «Un filón tremendo» para conocer y relatar historias, y hacer una reflexión «en la que no puedo quedarme fuera, no se puede hablar de los trapos sucios de los demás y mantenerme al margen, he querido involucrarme», asegura Guerra.

Un mundo, el de la Red, en el que nada es lo que parece, y en el que cada uno es lo que quiere ser, sin la necesidad de tener que serlo. Al final, insiste, «todo aquí es mentira y desengaño», por eso esta reflexión «en la que también hay detalles íntimos», plasmada en un libro editado por el autor, una obra "muy erotizada", porque «cuando la gente entra en un chat lo hace para buscar ese erotismo, esa aventura, con el anonimato que da un nick».

Una compilación de historias a las que se acercó, o creó, durante sus horas de navegación por la Red desde el café que regenta. Una aventura que le ha llevado a conocer a gente «muy interesante», pero al final, historias auténticas que le han llevado a mantener este diálogo «entre el hombre que se esconde detrás del pseudónimo y el que navega por Internet» con el que ha construido este recorrido de buscador de aventuras por el campo de fresas que es la Red. «Ahora soy el hombre más odiado del chat, porque los «nicks» que aparecen son reales», comenta. «Si hubiera escrito un relato al estilo de Mariñas, sería el más aplaudido».