Fernando Íñiguez (Burgos, 1957) es un periodista que habla claro, sin adornos, huyendo de los mitos, las sentencias y las exageraciones. Un don que le da la experiencia de una larga carrera abrazada a dos pasiones: la música y el periodismo. Comenzó en los departamentos de prensa de las casas discográficas, que le abrieron después las puertas a su carrera como profesional "freelance", colaboración de un sinfín de medios especializados y otros de carácter general, como el diario El País. Desde 2010 dirige Tarataña, el espacio de Radio 3 dedicado a la música tradicional. Pero él mismo reconoce que tanto la radio como el folk los encontró en el camino por casualidad: ni era un consumado experto del medio hablado, ni su fuerte era la música de raíz.

- ¿Qué es el folk?

-Siempre decimos que aún no hemos definido el término, que es distinto para los anglosajones y para nosotros. Es la música que se hace a partir de las tradicionales, aunque es una palabra más amplia en la que también entra la artesanía o la gastronomía. Últimamente pienso que se debería llamarse de otra forma, algo así como música ibérica. Es como un paraguas en el que caben Coetus y Luar na Lubre, por poner un ejemplo.

- Cuando tuvo que ponerse al día con este tipo de música, ¿qué fue lo que más le sorprendió?

-Descubrí cosas antiguas que desconocía. En mi inauguración como presentador de Tarataña, me sorprendieron los hermanos Cubero, que mezclaban Agapito Marazuela con Bill Monroe. Otro descubrimiento fue Coetus, con Eliseo Parra al frente, y luego están otros grupos que me han llamado la atención, como Fetén Fetén, Radio Cos, Vegetal Jam o Martina quiere bailar. Quienes respetan la tradición también molan mucho, como Nuevo Mester de Juglaría o la Ronda de Motilleja. La tradición y la renovación están muy bien, las dos me interesan.

- Pero es el noroeste de la península el más codiciado, ¿por qué?

-La zona de Zamora, Salamanca, León, Asturias y Galicia es increíble. Alberto Jambrina y Pablo Madrid me han enseñado mucho. Me compré las colecciones de discos de Tecnosaga y descubrí un folclore que se había conservado, quizá por ese término acuñado por Sergio del Molino, la España vacía. Soy optimista, en todo caso, por el interés que existe por recuperar toda esa tradición. Cuando era joven, yo escuchaba la música de la Movida madrileña y los Rolling Stones.

- Como testigo de la Movida madrileña, ¿qué le parece que Alaska sea cabeza de cartel de varios festivales llamados "indies"?

-No me atrevo a pronunciar grandes sentencias. En los años ochenta, se empezaron a hacer conciertos gratis, algo bueno que, por otro lado, hizo que la gente no valorara la música. Eso ha ido diezmando el tejido de la música en directo en España, el público no valoraba el coste de todo eso. Después, a los ayuntamientos les llegó la crisis y ya no podían traer a Amaral, porque los artistas han mantenido sus cachés. En la actualidad, proliferan los festivales "indies" desde el estreno del Festimad y el éxito de Sonorama. Los festivales, últimamente, tienen el mismo cartel. La única extravagancia es que el Sonorama contrate a Camela y el FIB a Raphael. Esto es una llamada de atención. Alaska siempre ha sido una superviviente.

- Ha entrevistado hace meses a Joaquín Díaz, ¿qué impresión le dio?

-Joaquín Díaz es, como dicen muchos, una persona que, de no haber existido, los que estamos aquí tampoco nos habríamos dedicado a esto. Cuando él empezó a recopilar, a hacer su trabajo de campo, lo hizo en una España muy difícil. El me contaba que cuando el llevaba las grabaciones a las casas discográficas, es parecía muy pintoresco pero creían que no tenía valor.

- Ese fue su principal mérito, hacer una versión artística de lo que encontró en los pueblos, ¿verdad?

-Versiones de gente que no sabía ni cantar ni entonar, en muchos casos. No fue el único recopilador, ni el primero. Joaquín aprovechó la moda que venía de fuera, de los "folk singers" americanos, y la adaptó a España. El mérito principal fue la constancia, porque muchas veces no le hacían ningún caso. El tiempo le ha dado la razón. España es muy dada a olvidar todo.

- ¿Cree que el bajarse de los escenarios sin llegar a la treintena le quitó ese halo de fama que mantuvieron otros artistas?

-Seguramente. Son decisiones personales. Sin embargo, todavía hablamos de él y han pasado muchos años de aquello. La mayoría de los grupos posteriores tienen una deuda con él, incluso los coetáneos, como el Mester.

- ¿Qué espera del homenaje que mañana ofrece Zamora a Joaquín Díaz a través de LA OPINIÓN-EL CORREO?

-Creo que va a ser una gala muy emocionante. Joaquín se lo merece, pero además hay que celebrar que un diario local cumple 120 años. Como periodista, nos debe alegrar en una época en la que los medios escritos desaparecen. Aceptamos las nuevas tecnologías, pero hay que mantener la edición de papel. El periódico local es maravilloso.