La helada llegó tardía y doliente en la madrugada del domingo. No avisó y por eso fue más cruenta. Se cebó en algunas vegas de Tierra del Vino. Fueron evidentes los daños en el viñedo de pueblos como Sanzoles. No fue generalizada, pero no por eso menos dura. Donde atacó, lo hizo sin piedad y abrasó sin compasión los majuelos plantados en la vega del arroyo Talanda. Fue la zona más castigada por un fenómeno bastante inusual a estas alturas del año. Llegó a escondidas la madrugada del día 13, dos días antes de la festividad de San Isidro.

"No has ido a ver la viña del Puente la Granja", le espetó el domingo, caída ya la tarde, una vecina de Sanzoles a un propietario que acababa de llegar al pueblo de una celebración en Benavente. "No, ¿por qué". "Vete y verás".

Y fue. Y lo que se encontró fue el paisaje detrás de una batalla. Las cepas estaban donde las había dejado el día anterior, tras una jornada de corta de hierba a puro degüello, pero estaban vencidas, agotadas. Las de los terrenos más bajos, aquellas que huelen el agua barrosa del Talanda, yacían mutiladas. Los brotes, horas antes brillantes, matizados con el verde intenso de la vida, dormían apagadas. Los racimos, apenas dibujados, estaban muertos, negros ya por la falta de savia, en desbandada buscando la protección del tronco.

Yemas ciegas

Yemas ciegasLa ondulación de los terrenos buscando la claridad del alto fue el mejor protector para los bacillos de las zonas arenosas y barrosas que salvaron el pellejo, aunque se llevaron algunos bocados de la helada, perdiendo sarmientos sueltos y algunos racimos.

El propietario preguntado por la vecina recorrió varios viñedos más y el panorama se repitió, incluso con imágenes más deprimentes. No solo los viñedos, también algún huerto, resultó tocado y alguna plantación de patatas.

La helada cuando llega a estas alturas acaba con la ilusión de los viticultores que se han vaciado en las tareas de poda, arado y "sobacado". No hay vuelta de hoja. El daño queda y aunque las cepas afectadas y "atabacadas" reaccionan y activan las yemas ciegas, estas vienen sin apenas racimos.

Aún no se han evaluado las pérdidas y nadie se atreve a dar cifras. La mayor fuerza de la helada en las vegas vuelve a dar la razón a los mayores que plantaban los viñedos en los altos. No obstante, hay años en que esta circunstancia tampoco vale porque el frío se va arriba y escala, como sortea a veces las cepas, tocando a unas u otras de forma indiscriminada.

La helada del domingo no se cebó solamente en las vegas de Tierra del Vino. También lo hizo en otras regiones vitivinícolas como Ribera del Duero, que volvió a sufrir daños como ocurrió en la campaña pasada, aunque en esta ocasión, al parecer, de menor entidad, según las primeras declaraciones de los viticultores.