Para este viaje no se necesitaban alforjas. Traducido, que las elecciones en el campo han repetido resultados. La Alianza UPA-COAG sigue siendo la organización mayoritaria en la provincia, seguida, a mucha distancia, por Asaja, y a varias millas por UCCL. Agricultores y ganaderos tienen criterio propio y formado. No lo cambian de la noche a la mañana. Esa es la conclusión.

¿Y ahora qué? Pues se supone que a traducir la representatividad y a volcarla en los foros sectoriales, cámara agraria y consejos varios. El reto está ahí: la negociación sobre la PAC. Pintan bastos y está claro que el presupuesto europeo destinado a la agricultura va a adelgazar. Reino Unido era "ponedor" y sus 8.000 millones de euros se han disipado. Habrá que ajustar las cuentas, que lo pide la necesidad y la nueva filosofía de recortes que ya alborea.

Se necesitan organizaciones profesionales fuertes. Mejor, urge un frente común de los sindicatos agrarios para empujar en la misma puerta de la muralla y así tener alguna posibilidad de derribarla. Todos juntos y en esto con la misma bandera que el Ministerio de Agricultura español.

Los sindicatos agrarios, ante esta nueva etapa de cambios, deben politizarse. Sí, sí, que nadie se asuste. El campo se la juega y hay que utilizar todo lo que esté a mano con tal de hacer presión. Si el paraguas de la PAC se resquebraja, adiós muy buenas. Se perderá la última batalla, que es lo mismo que decir la guerra.

En los últimos cuarenta años todo han sido cesiones. El sector primario está a los pies de los caballos, exprimido, agotado. Si ahora vuelve a ceder, será la muerte. Hay que hacer política agrarista. Organizaciones profesionales, sí, pero también políticas, con criterio. Son tiempos de sacar la patita. De decir, hasta aquí hemos llegado. Hay que defender sin vacilar un modelo de producción que se desmorona y con él todo un mundo, el rural, que se está quedando a la intemperie.