No llegará ya tarde el plan de abastecimiento de la Junta para las zonas rurales con mayores necesidades? ¿Van a recuperarse ahora los comercios cerrados, los bares? Difícil parece que se abran negocios en un ámbito que pierde habitantes, o sea consumidores, sin parar. ¿Que va a ocurrir en los próximos diez, quince años, en los pueblos? Se lo voy a decir yo: que van a perder la mitad de sus censos. Los municipios cercanos a las ciudades se mantendrán a duras penas, explotando su condición de lugares dormitorio. Los que están en el ámbito de influencia de las localidades cabecera de comarca subsistirán arrastrándose, con cuatro gatos. Y los que están entre medio, ay los que están entre medio; un desastre. A poco que vivamos, vamos a ver cerrarse núcleos de población, colgarse historias en la cuerda inconsistente del tiempo, desaparecer una cultura agraria que sobrevive prendida en el abismo, padecer las consecuencias de un desequilibrio territorial que ya llama a la puerta y que en Zamora tiene una conclusión: más bichos y menos humanos, un grave desequilibrio entre especies que incrementará todavía más los accidentes de tráfico y hará muy complicado circular por las vías de la provincia. ¿Pesimista? Puede ser. Pero no nos engañemos. La población en el ámbito rural no va a aumentar ni aunque se creen mejores condiciones económicas. La solución, que al menos evitará que el mundo rural se vacíe completamente, es que la sociedad en general y las administraciones y gobiernos que tienen la obligación de hacerla respirar, reconozcan la función que cumplen quienes viven en los pueblos, de cuidado y protección del medio, mantenedores de la biodiversidad, vigías de la naturaleza, guardadores de un cultura única...Y, cuando así ocurra, pagar por ello. Prima rural o lo que sea, un compensación por el servicio que se presta y por vivir esclavos de una legislación que dictan los parlamentos urbanitas, quienes y hace mucho que decidieron que la propiedad privada no vale igual en un pueblo que en una ciudad.