Es lo que tiene este tiempo de sube y baja, que activa la melancolía y el cristal de la realidad queda empañado por una nube gris marengo de sensaciones dobladas por la mitad. Este junio no va a pasar desapercibido en el hatajo de almanaques que hacen historia. Con lo que se anuncia -temperaturas máximas de 18 grados en San Pedro y mínimas de 10, de 8 el viernes- y lo que ya ha pasado -40 grados hace diez días- este mes -dedicado en origen a la juventud y al dios Jano- va a batir todos los récords, por arriba, por abajo y por el medio.

Debe ser por eso, por los jeribeques de niño travieso del tiempo, por lo que uno tiene la sensación de que también ocurren cosas extraordinarias en la vida cotidiana, que son difíciles de creer, si no fuera porque vivimos en el siglo de las maravillas y los contrastes.

En la capital estamos en fiestas. Bien. Pues si uno va al programa oficial de las celebraciones no aparece por ningún sitio el festejo, el espectáculo, como usted quiera llamarlo, que más gente concentra (y los datos están ahí de otras ediciones festivas). El Ayuntamiento se ha "olvidado" de la feria taurina de San Pedro, como si no existiera. Se "olvida" de la feria y de las miles de personas que se interesan por una manifestación, que oficialmente está declarada cultural y fiesta nacional. No se entiende desde el sentido común esta manera de actuar. Solo desde el universo de la injusticia: de quien tiene una posición de fuerza y la ejerce.

No es de extrañar, por tanto, que se vuelva a repetir lo de los últimos años, que un grupo -pequeño- de personas vayan a 30 metros de la entrada de la plaza de toros e insulten y provoquen a las miles de personas que entren a un espectáculo legal, reglamentado, con todos los predicamentos oficiales. Precisamente a un público pacífico, que entra en la plaza sin que lo registren -no como ocurre en otras muchas actividades-. ¿Que les parece? ¿Estamos o no viviendo un tiempo extraordinario, de récord, de mear fuera del tiesto?