Según la Fao, las cooperativas agrícolas son clave para reducir el hambre y la pobreza en el mundo, un hecho del que ya se percataron algunos pensadores como Robert Owen, Charles Fourier y Friedrich Wilhelm Raiffeisen a mediados del siglo XIX. Los tres proponían que la solución de algunos de los problemas sociales se pueden lograr a través de la cooperación entre los individuos. Este cooperativismo nació en el marco de la Revolución Industrial para la defensa de intereses colectivos. Su objetivo era conseguir bienes de consumo para sus socios en las mejores condiciones posibles de precio y sin intermediarios.

Estos sistemas cooperativistas han ido evolucionando con el tiempoaunque su espíritu se sigue manteniendo intacto.

En Castilla y León hay más de quinientas cooperativas agrícolas con distintas misiones: abastecimiento colectivo de materias primas, servicio veterinario, comercialización de cereales, semillas, abonos y fitosanitarios; comercialización de la leche de ovino; explotación de cultivos de leguminosas, oleaginosas, cereales y forrajes; producción de patata; comercialización del piñón, crianza de lechazos; producción y comercialización de girasol, guisantes y colza y embotellado y venta de vinos, quesosy aceites entre otras muchas más actividades.

Algunas de estas cooperativas están formadas por apenas un puñado de pequeños productores.Muchas son familiares, pero hay otras, como Cobadú, que superan los 14.000 socios y cuyo lema es: «Generamos prosperidad ayudando a nuestrosagricultores y ganaderos». Sea como fuere, la máxima de todas ellas es la rentabilidad del asociado, quien suele tener una relación muy estrecha con la cooperativa. Pero sobre todo buscan la calidad máxima de la producción a precios competitivos dentro del mercado.

El cooperativismo se consolidó en el siglo XX como una fórmula ineludible de afrontar el compromiso social de los granjeros, criadores, enólogos y demás especialistas del campo. Y el futuro en este siglo XXI respira aires de innovación en el campo de la investigación agraria y ganadera.

¿Cómo funciona una cooperativa?

Al margen del funcionamiento individual de cada cooperativa, el marco jurídico del desarrollo rural se halla fundamentalmente en la legislación de la Unión Europea, que establece un complejo sistema de medidas y que actualmente gira entorno al Reglamento (CE) nº 1698/2005, relativo a la ayuda al desarrollo rural a través del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER). El Derecho interno de los Estados miembros aplica e implementa la normativa comunitaria, pero además contiene una regulación propia sobre cooperativas y desarrollo rural. En el caso español, hay que tener en cuenta las normas estatales y autonómicas tanto en materia de cooperativas como de desarrollo rural. Con lo que es bastante difícil que haya una uniformidad en cuanto a la misión, objetivo y desarrollo de las mismas.

Lo que es cierto es que el nexo común de todas ellas es su espíritu democrático y su vocación del servicio al cooperativista y al cliente final.

En el mundo agrario existen cooperativas de primer grado, de segundo grado o ulteriores. Las cooperativas de primer grado corresponden al sector primario, esto es: se centran en la producción de alimentos; las de segundo grado se dedican a la comercialización de los productos elaborados o cultivados por las cooperativas de primer grado. Las cooperativas ulteriores son cooperativas de suministros, que se encargan de proveer a las de primer y segundo grado con semillas, fitosanitarios, servicios veterinarios, fuel, maquinaria agrícola, etc?

¿Quienes son los beneficiarios?

El cooperativismo trae innumerables ventajas en el sector agrícola y ganadero. Por supuesto su adhesión es voluntaria, la gestión es democrática y el fin es la mejora de las condiciones del sector. Bajo estas premisas podríamos decir que toda la sociedad civil se beneficia de estas iniciativas.

Los datos en este sentido son más que reveladores. En octubre de 2016, el gerente de Urcacyl (Unión Regional de Cooperativas Agrarias de Castilla y León), Jerónimo Lozano, destacó el aumento de un 3,5 en la facturación en 2015 hasta llegar los 2.460 millones de euros.

Y una particularidad más que hay que mencionar es el hecho de que el cooperativismo, además de su importancia económica al servicio de las empresas, posee un carácter socialen la generación de empleo en el medio rural con más de 2.000 puestos de trabajo directos.

El I+D de las agrupaciones

La eficiencia técnica como medida de rendimiento de las cooperativas agrarias es uno de los puntos de investigación que las empresas agrícolas y ganaderas reclaman a sus asociaciones.

Algunos de los puntos en los que se pretende avanzar tienen que ver con la consultoría agrícola, con la gestión de ayudas, con la internacionalización de los productos y servicios, con la calidad y seguridad alimentaria, con la formación, con el medio ambiente y sobre todo en la innovación.

En este sentido, desde Cooperativas Agro-alimentarias se desarrollan proyectos de I+D+I en colaboración con las administraciones públicas y otras entidades de ámbito privado que contribuyen a acentuar la vertiente empresarial más competitiva de estas empresas, profesionalizando la gestión, la calidad, la dirección ejecutiva y estratégica productos.

La tecnología al servicio de la agricultura y la ganadería es otro de los focos: tecnología robótica aplicada al sector agrícola, así como los procesos centrados en aumentar la producción sin aumentar los recursos y minimizando el impacto ambiental.