Las exportaciones de productos agroalimentarios en España han crecido desde los 31.000 millones de euros en 2011 hasta los 45.500 millones el pasado año, según los últimos datos de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA. En cuanto a los productos, destacan la carne de cerdo, el aceite de oliva y los cítricos, que conjuntamente superan los 3.000 millones.

España crece en una industria muy competitiva, como es la agroganadera. Y para no perder el ritmo, los reguladores exigen unos controles de calidad cada vez más específicos como garantía de un producto de valor.

Como en todos los sectores de actividad, las nuevas tecnologías han venido para quedarse, y los profesionales deben saber aprovechar las ventajas que nos aportan estas innovaciones. Y el sector agroganadero no es una excepción. En este sentido, la consultora tecnológica Ainia, especializada en la aplicación de tecnologías avanzadas de visión para el control de la calidad y la seguridad alimentaria, destaca que las nuevas tecnologías facilitan los controles de calidad de los productos por parte de los profesionales del sector.

Innovaciones como la visión avanzada, la espectroscopia infrarroja y los biosensores reducen el riesgo de lotes defectuosos, evitan intoxicaciones alimentarias y son capaces de detectar cambios en las propiedades químicas o físicas de los alimentos.

El Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente puso en marcha a finales de 2015 el Plan Nacional de Control Oficial de la Cadena Alimentaria (PNCOCA) 2016-2020, en el que se detallan los procedimientos y los objetivos establecidos a escala nacional para garantizar la seguridad de nuestros alimentos.

El Plan incide en que la cadena alimentaria, en todas las fases que la componen, "deberá estar sometida a los programas de control oficial necesarios e interdependientes para garantizar el control de sus peligros y, en su caso, su eliminación". Además, señala que "la calidad del control oficial debe estar asegurada, garantizándose la subsanación de las no conformidades con los requisitos establecidos, adoptando las medidas correctoras necesarias y su posterior verificación".

Tecnología al servicio de la excelencia

Una vez conocida la teoría, llega el momento de llevar las reglas a la práctica. Con la incorporación de las nuevas tecnologías de inspección y control en los procesos, agricultores, ganaderos y empresas cuentan con un mayor margen de maniobra, gracias a la rapidez y fiabilidad en los controles de calidad (análisis de la composición, comprobación de la existencia o no de contaminación química o microbiológica, o adulteración de los productos alimenticios en tiempo real).

Estas técnicas, asegura Ainia, permiten detectar defectos en los productos y evitan intoxicaciones derivadas de posibles contaminaciones, deterioro o adulteraciones en los alimentos.

A la hora de llevar a cabo los procesos de control de calidad, no en todos los tipos de alimentos la cadena es la misma, y algunos procesos entrañan una mayor dificultad. Por ejemplo, si nos fijamos en la industria láctea, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señaló recientemente que "la calidad higiénica de la leche tiene una importancia fundamental para la producción de lácteos que sean inocuos e idóneos para los usos previstos. Para lograr esta calidad, se han de aplicar buenas prácticas de higiene a lo largo de toda la cadena".

Pero no todo es tan fácil. Como reconoce la propia organización, los productores de leche a pequeña escala encuentran dificultades para producir productos óptimos por causas como la comercialización, manipulación y procesamiento no reglamentado de los productos lácteos, la falta de incentivos financieros para introducir mejoras en la calidad, y el nivel insuficiente de conocimientos y competencias en materia de prácticas de higiene.

La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) propuso el pasado mes de mayo un cambio en la legislación que regula la producción de leche y las relaciones entre los operadores en la cadena láctea, desde las granjas hasta el consumidor. La UPA cree que la legislación debe abordar la relación no sólo entre los ganaderos y los llamados "primeros compradores", sino entre todos los eslabones, para evitar abusos y buscar "justicia" en la cadena comercial.

Esta asociación apuesta por la existencia de organizaciones de productores "grandes y potentes" que den poder a los ganaderos a la hora de comercializar su leche. También cree que el modelo de compraventa de leche homologada debe implantarse de forma masiva, ya que es "el más justo y el mejor".

En cuanto a la apuesta por medidas que garanticen la calidad en la totalidad de productos lácteos, desde la UPA proponen el etiquetado de origen y el derecho del consumidor a saber de dónde proceden, y dónde y cómo se producen.

Sembrar antes de recoger

Otro factor importante para los profesionales del sector agroalimentario es el empleo de semillas certificadas. Según datos de ASAJA, en España el empleo de semillas certificadas de cereal (trigo, cebada, centeno, avena y triticale -cereal reforzado que procede del cruce entre trigo y centeno-) ha sido tradicionalmente muy bajo, pero en los últimos años su uso se ha incrementado en alrededor del 10%, como resultado de la verificación por parte del agricultor, campaña tras campaña, de la ventaja en rentabilidad de utilizar semillas certificadas, además de asegurar un mayor control de calidad en el proceso de cultivo.

"La inversión en la mejora genética de variedades de cereal ha supuesto numerosos beneficios: mejorar la resistencia a enfermedades y plagas, adaptar los cultivos a condiciones adversas, y facilitar la mecanización, cultivo, transporte y almacenamiento. En suma, mejorar la calidad", aseguran en la asociación.

Como hemos visto, iniciativas hay muchas. Y compromiso, también. Todo en favor de un mayor esfuerzo en conseguir que nuestros productos ´made in Spain´ sigan conquistando al mundo. En esta partida, los controles de calidad juegan a ganar.