Tiene una calculadora en la cabeza, que suelta datos y datos de Cobadú a borbotones. Todos buenos. Rafael Sánchez Olea es, nadie lo duda, la imagen de Cobadú, la cooperativa modelo de Castilla y León, uno de los colectivos agropecuarios y agroalimentarios punteros en España, la bandera más visible de la provincia (y no solo porque tenga el edificio más alto, el F3). Acumula tantas cosas, que tampoco le falta algún enemigo lenguaraz. Es lo que tiene estar en el machito. Pero su currículo es incontestable: la entidad que preside es un emporio: 272 millones de euros de facturación, con beneficios de más de 4,5 millones después de impuestos, que irán al fondo de reserva obligatorio. 35 millones de recursos propios, más de 10.000 socios, 5.000 clientes en Portugal y Extremadura, 375 millones de kilos de pienso vendidos... Y ahora, en 2018, construirá el Área Cobadú en el término de Arcenillas, con una zona comercial de más de 1.000 metros cuadrados. Rafael Sánchez Olea lo cuenta todo y analiza el sector como nadie, para el que pide un mínimo de regulación estatal para evitar crisis de precios y sobresaltos en la economía del ámbito rural, tan necesitada de apoyo.

-¿Cuál es el secreto de Cobadú para haberse convertido en emblema económico de la provincia y en una de las cooperativas punteras de España?

-Partimos de un factor muy importante, la diversificación. Nuestros socios están distribuidos por un territorio muy amplio: casi 6.000 en Zamora, 2.500 en Salamanca, más de 400 en Ávila, también en Extremadura y Portugal.

-La diversificación, ¿y qué más?

-Hay otros factores, claro. Tenemos un sentido de pertenencia, mucha cercanía de los directivos, con muchos años en el proyecto, con los socios, la diversificación, somos una cooperativa multiservicios. Es transcendental la estabilidad, la confianza de empleados, entidades financieras. Casi todos los trabajadores empezamos en prácticas, aprendiendo, seriedad, trabajo, honradez... Los recursos humanos son clave.

-Otro año récord, y van...

-Nos estamos acostumbrando, es verdad. Vamos creciendo, a razón de 450 socios por año, con especial incidencia en Portugal y Extremadura. Y es que la cooperativa está cada vez más diversificada. Intentamos mimar a nuestros socios con jornadas, con presencia activa en cada zona. Hemos abierto almacenes en San Cristóbal de Entreviñas, en Manganeses, en Toro. También en Plasencia hemos alquilado una nave. Y para el año que viene, vamos a iniciar un gran proyecto en Arcenillas.

-¿En qué va a consistir?

-Abriremos una gran área. Contaremos con gasolinera, una sede social con cafetería-restaurante, también una sala de reuniones de 500 metros y un supermercado con más de 1.000 metros cuadrados. La idea es descongestionar el área de fábrica, que no esté atascada de vehículos, darle más fluidez.

-La cosecha de cereales en Castilla y León va a ser histórica por lo escasa, ¿puede tener Cobadú problemas de desabastecimiento?

-No. El déficit de aquí lo vamos a cubrir con stop de existencias. Hay que tener en cuenta, además, que la cosecha cerealista internacional va a ser, en general, abundante. No va a haber problemas. Incluso esperamos aumentar la transformación, priorizaremos las instalaciones centrales, la F3, tras el incremento de los subsectores avícola y cunícola. Reformaremos la F2 con nueva tecnología.

-Lejos queda ya la imagen de Cobadú como fábrica de piensos.

-Somos mucho más. Hemos dado un gran salto en comercialización de ganado. En leche de ovino, por ejemplo. El sector es muy potente y no es por casualidad. Las cooperativas han hecho una gran labor, también Ovigén, los servicios sanitarios.

-¿Qué diferencia hay entre la cooperativa que usted gestiona y una factoría de alimentación animal?

-Desde luego la gestión, que nuestros socios son compradores y vendedores. La buena administración también es una marca de Cobadú, dar un servicio personalizado, seguro, sensibilizado con las necesidades de nuestros clientes que son nuestros socios. La ubicación de nuestra fábrica es muy buena. Tenemos 40 hectáreas, una superficie que nos ha permitido crecer y hacerlo de forma centralizada. No ha habido encorsetamiento como ha ocurrido en otros lugares. Tenemos centralizados muchos servicios. Nos pidieron los socios que hiciéramos un secadero de maíz y lo construimos. Lo mismo ocurrió con la deshidratadora de forrajes. Todo está en el mismo punto y eso supone grandes ventajas.

-¿La Zamora agropecuaria también ha cambiado?

-Sí, el sector ganadero va a más. Es evidente que hay un desplazamiento de determinadas producciones del Norte al Sur de Europa. Cataluña y Aragón también están llegando a la saturación en determinadas cabañas ganaderas, que aquí están creciendo. En Zamora se está dando un incremento del sector porcino, tanto en madres como en cebo. Las producciones pecuarias se van concentrando cada vez más. Ese es el camino. La integración cada vez es más potente. El sistema se va a imponer en avicultura, porcino, ovino... El proceso ya no hay quien lo pare.

-¿El campo podría vivir sin los pagos compensatorio de la PAC?

-La PAC no ha resuelto los problemas del sector. Cada vez hay menos agricultores y ganaderos en Europa, ese es el síntoma más claro de que no ha sido positiva.

-Han desaparecido prácticamente todos los mecanismos de regulación.

-Por ejemplo. En 1986, antes de entrar en la Europa económica, existían unos controles para evitar que se produjeran crisis de precios . Había unos mayores márgenes de beneficios para el sector primario. Y ahora, encima, van y suprimen las cuotas lecheras, cuando habían sido impuestas por ley y muchos ganaderos habían comprado derechos de producción. Es un desastre.

-¿Cómo se puede garantizar la supervivencia del sector agrario?

-Arbitrando ciertos mecanismos de regulación para dar seguridad al sector. También potenciando la exportación con el fin de rentabilizar los sistemas de seguridad alimentaria que tiene Europa y no otras zonas. Aquí hay muchas exigencias medioambientales, también bienestar animal, protocolos, restricciones de todo tipo. Eso tiene que servir, al menos, para vender más fácilmente fuera. De hecho, así está ocurriendo. España se ha convertido en el primer país europeo en porcino y el tercero del mundo.

-Quien más se aprovecha de la debilidad es la distribución. ¿O no?

-Sí, claro, así es. La distribución no debería estar concentrada en tan pocas manos. Hay un sector muy potente y otros muy atomizados, eso produce cierto desequilibrio y, en muchos casos, llega el conflicto que no interesa a nadie.

-La Ley de la Cadena Alimentaria se supone que es el mecanismo que incentiva la interlocución, que ayudará a conseguir el equilibrio entre las partes.

-Hasta ahora no ha resuelto el conflicto. Ahí sigue. Existe un desequilibrio evidente en la cadena. Los productores y la industria tienen que cuidar la calidad de la materia prima. Pero el adelgazamiento de márgenes hace que la industria ahogue, a veces, a los productores. Es necesario lograr el equilibrio y para eso hay que potenciar las industrias locales. Que tengamos por ejemplo una fábrica de leche a las puertas de casa, eso garantiza que conozcamos a quien envasa la leche y también a quien la produce. Eso es muy importante.

-¿Cómo va a ser la agricultura y la ganadería del futuro en Zamora?

-Van a estar integradas. Las cooperativas seguirán siendo imprescindibles, pero serán entidades muy diversificadas para minimizar al máximo los riesgos cuando se produzca cualquier tipo de crisis en subsectores determinados.

-¿Seguirán los precios tan aleatorios, tan dependientes de situaciones concretas, censos, crisis alimentarias, normativas?

-Me gustaría que no fuera así, pero lo veo complicado. Lo ideal es que existiera algún sistema de regulación, que garantizara una precios en origen dignos. El agricultor y el ganadero deberán estar aún más profesionalizados, más mecanizados, aprovechar las nuevas tecnologías. Para eso se necesita mucha formación. Que nadie tenga miedo de aprender ni se esconda ante los cambios.

-¿Las lonjas seguirán existiendo?

-Sí, por supuesto. Tienen que tener cada vez más fiabilidad, ser una referencia ineludible de los distintos subsectores de producción. Igual que Mercolérida funciona bien, tienen que hacerlo el resto de lonjas, convertirse en un referente. Que el agricultor y el ganadero sepan a que atenerse cuando van con su producto al mercado. El precio de referencia será cada vez más importante y una forma de dar seguridad al productor. Hay que evitar los vaivenes fuertes en las cotizaciones, que producen mucha indefensión.

Rafael Sánchez Olea

E Valladolid, 1950. Es el hombre más reconocido -y reconocible-del sector agropecuario y agroalimentario de la provincia. Su reto principal, que no es pequeño, lograr transformar un sueño de 380 agricultores y ganaderos -la mayoría de la Tierra del Vino zamorana- en los años 80 en una realidad de más de 10.000 socios y creciendo. Cobadú lleva años batiendo récords en ventas y facturación. Esta a la cabeza de las cooperativas de Castilla y León y en el ramillete de las más visibles de España. Rafael Sánchez Olea (de casta le viene al galgo, su madre fue una avanzada en el sector agropecuario) acumula premios por su gestión. Zamorano de Castrillo de la Guareña, ha sido galardonado hasta en Cataluña, que ya es decir. De allí se trajo el Premi Empresarial Pere Boldú. En la vitrina ya no le caben los beneplácitos. A Cobadú tampoco.