Llega con el vestido de despistado: entra despacio, mira a todos lados, no sabe a quién preguntar... Estancias abiertas a la luz artificial que desafían el espacio, abruman y asustan a quien viene a interesarse por algo que no entiende. Está perdido en un territorio que no es el suyo, rodeado, en la distancia, de gentes sentadas, que tienen solo media cara normal, la otra media es un cajón de plástico. Tiembla por dentro, primero ante el guarda de seguridad de la puerta y después, ya dentro, ante cualquiera. El perfil está muy definido: inmigrantes que hablan de forma afilada el castellano, con cierto temor a no acertar con la palabra exacta, la que les saque del atolladero; los del país ya han brincado los cincuenta, proceden en gran medida del ámbito rural, sus hijos viven fuera, en Madrid, País Vasco, Barcelona, Valladolid..., están aquí, en la capital, porque alguien les dijo que necesitaban no sé qué papel. Por fin se decide: "Oiga, por favor, dónde tengo que informarme para que me den un certificado, es que me han dicho...". "No, mire, pregúntele usted a esa señorita...". Allá va dubitativo, tembloroso, fuera de lugar. "Es que yo...". E intenta explicarle a la señorita, quien a duras penas entiende lo que quiere. "Sí, mire, vaya usted a la maquinita de la entrada, aquella, aquella de la derecha y le dé usted al botón número dos, le dará un papel y nosotros ya le llamamos". Allá va. Al momento llaman a su número. Vuelve donde la señorita. "¿Tiene usted móvil...?". "Bueno sí, pero no crea que lo entiendo muy bien...". "Déme el número porque así le pasamos todas las comunicaciones al teléfono. Lo que usted me pide tiene que tramitarlo ahí, en el ordenador...". "¿Pero yo solo...?, si no sé". La señorita se apiada y le acompaña. "Mire esto se hace así, ¿cuál es su número de carné? ¿Y el número de afiliación?". Él no sabe, no sabe nada, está perdido. "Pero si a mí me dijo un vecino que ustedes llegaban, apretaban un botón y salía lo que pido". "Ya, ya, eso era antes. Ahora tienen que tramitarlo ustedes. Aquí, en el ordenador". Bendito progreso, piensa confuso.