El paso del tiempo redondea los recuerdos, humedece la sequía y dulcifica lo más ácido. Es verdad. Como lo es que cuando alguien muere casi siempre se van con él sus sombras. Por eso los obituarios se hacen más con miel que con hiel. No va a ser el caso porque este no es un obituario ni lo pretende. La vida no se resume en cuatro líneas, la labor de una persona sí, cuando ha caminado siempre en el mismo sentido.

Se ha muerto Enrique Prieto Rueda, 84 años, 55 de sacerdote y 67 en la Compañía de Jesús. Zamorano de nacimiento, salmantino de adopción y hombre de proceder recto. Fue el primer director de la residencia de estudiantes y colegio menor San Alfonso Rodríguez de Zamora, que echó a andar hace más de 50 años, centro que está cerrado desde hace tiempo.

Más de 1.000 estudiantes se formaron en el colegio de los jesuitas a lo largo de su historia. La mayoría de los alumnos de procedencia rural, becados, que encontraron en los estudios una salida natural a un mundo cegado por los tiempos y la fuerza del universo urbano. El centro, que estuvo junto a lo que hoy es el Campus Universitario, cumplió una función social de primer orden. Prieto Rueda, padre jesuita, fue también padre para muchos alumnos, educador y profesor cuando sus "hijos" lo necesitaron. Y cuando hacía falta ir a hablar con algún profesor del Claudio Moyano o de la Escuela de Maestría porque algún alumno lo necesitaba, lo hizo. Todo con tal de que nadie perdiera el flotador que suponía la beca.

Cura de raza y de principios, la cara de la moneda que menos se airea, ya no presidirá el acto del 50 aniversario de la fundación del colegio. Lo echaremos de menos porque fue el alfa y el asidero de muchos jóvenes. La Iglesia más pragmática y necesaria tuvo en él al mejor representante.