En este país se legisla tanto como se blanquea, que ya es decir porque de esto último no se salva ni el apuntador, que si puede paga al fontanero, al mecánico y al albañil sin IVA.

Del afán legislativo, aquí van dos ejemplos recogidos en este periódico en los últimos días: la sentencia de la Sala de lo Contencioso del Tribunal Supremo que incluye en el catálogo de especies exóticas invasoras la carpa común (que, al parecer, fue introducida en la península ibérica por... los romanos), la trucha arco iris, el cangrejo rojo, entre otras muchas.

La propuesta fue planteada por varios grupos proteccionistas y su aprobación supone que queda prohibido poseer, transportar, traficar y comercializar ejemplares vivos de las especies susodichas, porque así ocurre con los demás animales y plantas que están en el citado catálogo. Pero, claro, no sé si alguien se ha dado cuenta de que estas prohibiciones lo que suponen realmente es que carpas, truchas arco iris y cangrejos rojos no se puedan pescar o sea que se van a eternizar en embalses y ríos, a los que van a colonizar a sus anchas.

Y no se pueden pescar estas especies porque si prohíben su posesión, transporte, tráfico y comercialización, como tampoco se pueden dejar muertas junto a las masas de agua (está terminantemente prohibido dejar cadáveres de animales en el campo), pues dígame usted qué hacemos. Ni para arriba ni para abajo, ni para un lado ni para otro. Insisto: si no se pueden "poseer", ni transportar, pues las dejamos a la orilla, pero como eso también está prohibido, pues eso, que no hay quien lo entienda.

El segundo ejemplo es el del impuesto al sol. Toma bemoles. Para el Gobierno (o sea para Hacienda) todas las placas solares particulares instaladas desde el 2011 son ilegales. Y para el que no cumpla la ley las sanciones pueden llegar hasta los 60 millones. Ole tus bemoles. Lo próximo será una tasa por respirar. Y el que no pague, pues eso, que se ahogue.