Los nacionalismos hunden sus raíces en tierra sin asentar, arenas movedizas. Parten de una filosofía injusta: nuestra tribu es mejor que la vuestra, más trabajadora, más inteligente y, por eso, queremos ir por libre, solos, porque somos capaces de dar mejor de comer a nuestros hijos.

Los partidos nacionalistas catalanes son ventajistas. Han aprovechado la crisis económica para impulsar su idea secesionista. Han vendido que la culpa del desempleo, de los recortes, de la inestabilidad laboral la tiene España. Han hecho de la necesidad virtud, culpando de todos los males a Madrid.

Hasta su corrupción interna, que no es pequeña, con el buque insignia de la familia Pujol, la están utilizando como estilete para alimentar el victimismo. Las imputaciones, por corrupción, cercan a Convergencia Democrática de Cataluña, un partido deshecho con 15 sedes embargadas por el juez.

El partido de Mas y de Puigdemont está desarmado, es un pecio que busca salir a flote a costa de una corriente frenética, descerebrada, que alimentan "antisistemas", la izquierda más radical e incongruente y grupúsculos arribistas que están a la que cae.

Es ilegal, pero sobre todo injusto, iniciar un proceso de independencia ahora, en medio de una agitación social muy grave por la crisis económica. Hay que carecer de escrúpulos para intentar poner todo patas arriba, cuando lo que se necesita es tranquilidad para recuperar el viento favorable.

España y también Cataluña están por encima de los españoles y catalanes de ahora. ¿Quién paga la deuda histórica a Castilla, Extremadura, Andalucía? ¿Por qué se fueron millones de emigrantes de estas tierras?

La tribu mandó un mensaje en una cáscara de nuez que depósito en un arroyo. Nadie quiso verlo y acabó en un océano encrespado. ¿Qué creen que sucedió con la cáscara de nuez? ¿Y con el mensaje?