Tierra de contrastes e historias, Aliste, Tábara y Alba se reivindican día tras día como uno de los paraísos agroalimentarios de Europa recogiendo los frutos del trabajo honesto y duro de sus gentes que, durante siglos, hombres y mujeres, labradores y ganaderos, sedentarios y trashumantes, han puesto alma, corazón y vida en producir calidad y cantidad con sacrificio y el sudor de su frente, manteniendo una labor artesana, sin añadidos superficiales, donde lo importante es en sí es la naturaleza y la pureza, eso que ahora llaman ecológico, llevado por nuestros abuelos y padres a la máxima expresión.

La Marca de Garantía "Ternera de Aliste" es el ejemplo de un manjar cárnico que ha sido buque insignia y alimento principal de una tierra y unas gentes con muy buena salud y longevidad manifiesta gracias a la sana alimentación a base de terneros, corderos, jamones y chorizos únicos en el mundo. Los frutos del bosque se han unido ahora como invitados de honor a una mesa, la nuestra, donde la vista cae rendida ante los colores y el paladar ante los sabores de tanto manjar. El boletus edulis o la amanita caesarea son delicias que enamoran. La miel "Monte Aliste" recorre nuestros cuerpos endulzando la existencia y frenando las gripes y catarros.

Las castañas, llegadas a estos parajes por el Itinerario XVII de Antonino de Bracara a Astúrica en tiempos de Veniatia y Curunda Caesarea saben a gloria asadas o unidas a un buen guisado. Trabazos y Sejas, con sus magostos, han mostrado y demostrado como con ellas se hacen unos postres que han evolucionado hasta ser auténticas obras de arte tanto en presencia como en sabores. Por la serranía las madroñeras nos comienza a dar su madroños, como las zarzas nos dieron sus moras allá por primeros de septiembre. El pan de centeno, que tanta hambre quito en la posguerra cuando trigo no había, vuelve ahora convertido en delicatesen. Nuestra tierra vive de y para la agricultura y la ganadería en montes y riberas produciendo cantidad y calidad. En unos tiempos de modas pasajeras y estudios que convierten la alimentación en un Valle de Lágrimas, Aliste renace como paraíso terrenal donde los sonidos del silencio suenan música celestial y sus productos gloria pura porque Aliste y los alistanos inspiran confianza y son garantía de salud y calidad.