Una sociedad que muerde a quien le da de comer está enferma. Pues sigue pasando. El sector primario, el campo, vive en una isla y a pesar de los avances, que los ha habido sobre todo por las consecuencias de la crisis que están sirviendo para valorar las cosas importantes, continúa sin tener la consideración social que se merece.

Aquí va un ejemplo: la situación que vive el sector lácteo. Miles de ganaderos están trabajando por debajo de costes. O sea, que pierden dinero en sus explotaciones. Y el resto de la sociedad no dice nada. Cosas de estos que viven en el campo que siempre se están quejando.

La desaparición del sistema de cuotas lecheras ha supuesto una reconversión en toda regla. Han cambiado las preguntas cuando los ganaderos ya sabían las respuestas. Pero a coste cero, que ahora lo que se lleva es el gratis total.

Si lo que le han hecho al sector agrario se lo hubieran hecho, es un decir, a la minería, hubiera ardido Troya con todos dentro. Pero en el campo no pasa nada, nunca pasa nada. Está muy lejos.

La Comisión Europea fijó los cupos y obligó a miles de productores españoles a comprar cuota. Tuvieron que hipotecarse para hacerlo. Ahora volvemos a cambiar el sistema porque nos da la gana y dejamos al sector español a la intemperie, expuesto a ser devorado.

Industrias y grandes operadores comerciales se frotan las manos. Esta es la nuestra, hablamos con los franceses y los alemanes y durante un tiempo inundamos España de leche barata. Así, de paso, le bajamos los humos a los productores españoles y a sus sindicatos.

Más que marcha blanca, el día 24 tendría que marchar hacia Madrid la marea blanca. Y llenar el Ministerio de Agricultura de leche. De mala leche.