"Y eso que de pequeños le tuve que quitar muchos", dice Placentino Vara Salsón, un jubilado de Santa María de la Vega que ha conseguido una abundante cosecha de kiwis en la huerta de su casa. Este jubilado, a punto de convertirse en octogenario, viene recibiendo visitas de sus convecinos ante la numerosa presencia de estos frutos subtropicales que cuelgan de las ramas de los árboles, de dos concretamente, un árbol macho y otro hembra para que se permita la polinización.

"Son de esos peludos y con la carne verde, y son muy buenos". Claro está, se refiere Placentino Vara a la variedad "actinidia deliciosa" que procede del cultivar Hayward.

Los kiwis de la huerta de Placentino Vara en Santa María de la Vega son los únicos existentes en el pueblo que hasta ahora vienen dando frutos, no obstante, una de sus convecinas ya se ha inclinado por poder disponer en la huerta de su casa con estos árboles para contar con esta sabrosa fruta que posee más vitamina C que la naranja.

El jubilado de Santa María de la Vega se recrea con sus frutos bajo las trepadoras ramas de sus árboles. Incluso disfruta muchos ratos de su sombra, como explicaba ayer orgulloso al contemplar su abundante cosecha. Inclinado por las frutas tropicales, ya posee dos ejemplares de paraguayos que va a trasplantar. Esa fruta parecida al melocotón pero con forma aplastada procedente de una mutación del melocotonero. "No solo van a ser manzanas y peras, también quiero tener otro tipo de frutas que se puedan dar por aquí", dice.

Fue hace 8 años cuando Placentino se decidía por plantar dos árboles de kiwi. Un macho y una hembra (las flores del árbol macho sólo tienen estambres y las del árbol hembra tiene estambres y pistilo), aunque hay variedades autofértiles, y claro está con las indicaciones de plantación que le dieron en el vivero. Resguardado de los vientos y así lo hizo, recogiendo frutos con generosidad como la de esta cosecha que viene recibiendo ya numerosas miradas.

A punto ya de la recolección, Placentino Vara tiene previsto acelerar la maduración de los frutos colocándolos junto a manzanas o peras, ya que éstas desprenden etileno. Así, en pocos días se puede llevar a la boca este sabroso fruto.

Este jubilado de Santa María de la Vega a quien de la agricultura sólo le gustan los árboles frutales, según reconoce, ya ha logrado cultivar en su huerta buenos ejemplares de tomates, dignos de escaparate. Su azarosa vida laboral se ve ahora relajada con los cultivos en su pequeña huerta de casa donde los frutos tropicales o las frambuesas comparten terreno con las escarolas o las cebollas y lechugas. Placentino Vara Salsón, a punto ya de convertirse en octogenario, dedicó su mocedad a trabajos como criado en Santa María de la Vega logrando ser uno de los primeros en obtener el permiso de conducir de camión que le valió para trabajos en Benavente. Al casarse emigró a Francia y a su regreso instaló una fábrica de gaseosas en su pueblo, "la Marinela", llevando por las casas el agua burbujeante en las botellas de cristal, de aquellas con la etiqueta grabada a fuego y el tapón mecánico.